Frente Cumbiero, el telonero tropicanibal en los 15 años de los Swing Original Monks
A la celebración de los 15 años de carrera de los Swing Original Monks se sumó Frente Cumbiero, una agrupación colombiana de música tropical que ha creado una tendencia sonora.
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Frente Cumbiero inició su vida en 2006, cuando Bogotá, Colombia, estaba siendo invadida por el tropipop.( )
En una noche donde el viento veraniego amenazaba con llevarse la música al aire, el 18 de julio de 2025, la banda ecuatoriana Swing Original Monks tocó la primera de sus dos noches de celebración por los 15 años de existencia. En la mitad de su show, Gabriel Baumann y Nathalia Madrigal, las dos voces monk, recalcaron la importancia del invitado que les hizo de telonero. “¡Es Frente Cumbiero!”, exclamaron los dos en una pausa que motivaba a que corran la voz que quedaba una fecha más para festejar el aniversario y ver una banda que solo ha tocado tres veces en Ecuador. Todas en Quito.
Frente Cumbiero inició su vida en 2006, cuando Bogotá, Colombia, estaba siendo invadida por el tropipop de bandas como Bonka, San Alejo o Sin Ánimo de Lucro. Mientras este movimiento, que dominaba la radio colombiana, endulzaba con pop la música tropical; la agrupación liderada por el bajista y guacharaquero Mario Galeano extrae la raíz sonora de los ritmos caribeños -como la cumbia, el porro, el bullerengue, el vallenato, el mapalé, el merengue, la puya y el son- y los mezcla con otros géneros cómo la electrónica y el dubstep.
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Mario Galeano no llegó solo. Bajo la etiqueta de tropicanibalismo, un concepto ambiguo que alberga ese sonido tropical hecho en el frío de Bogotá, se encuentran varios proyectos en los cuales Galeano, el percusionista Pedro Ojeda y el guitarrista Eblis Álvarez son los pilares. Estos tres músicos son considerados una “trinidad incuestionable de la cumbia colombiana del siglo XXI”, como afirma el periodista Umberto Pérez en su texto Cumbia, andas de lado: Eblis Álvarez, Mario Galeano y Pedro Ojeda.
De todos los proyectos que se cruzan entre los tres músicos, Mario Galeano es el director de Frente Cumbiero, bajista en Los Piraña (proyecto que realiza junto a Ojeda y Álvarez) y colíder de Ondatrópica, agrupación que comparte con el productor británico Quantic. En el proyecto se rescatan los sonidos del caribe colombiano con una sinergia entre músicos viejos, como el salsero Fruko o el guarachero Aníbal Velásquez, con nuevos talentos, como la cantora caucana Nidia Góngora o la rapera chilena Ana Tijoux
Frente Cumbiero, en 19 años, ha lanzado tres álbumes de larga duración: Frente Cumbiero Meets Mad Proffessor (2010), Cera Perdida (2020) e Inconcreto & Asociados (2025). Además, unieron fuerzas con la banda japonesa Minyo Crusaders para lanzar, en plena pandemia, el EP Minyo Cumbiero, from Tokyo to Bogotá. Así, junto con su colaboración con el jamaiquino Mad Proffessor, consolidan la cumbia como un género musical transatlántico.
En la primera y única línea de ataque de Frente Cumbiero está: Mario Galeano (moog, guacharaca, electrónica y bajo eléctrico), Pedro Ojeda (timbal, campanas y percusión), Marco Fajardo (saxofón tenor y clarinete) y Sebastián Rozo (bombardino). Ellos cuatro, uniformados con camisas que combinan azul y amarillo, subieron al escenario para disparar cumbia en la celebración de los 15 años de los Swing Original Monks.
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Mario Galeano de Frente Cumbiero: “La cumbia ecuatoriana es una influencia brutalísima para nosotros”
El músico y productor Mario Galeano, quien también fue bautizado como el hijo de la cumbia en un texto del diario El País de España en 2013, conversó con Ecuavisa.com sobre su trabajo en Frente Cumbiero, su conexión con Ecuador y su visión sobre el género.
Otro concierto en Quito, ¿qué les hace volver a la Mitad del Mundo para tocar?
Siempre tener conciertos en Latinoamérica, para nosotros es un gol, literal. Muchas veces es más fácil ir a tocar a Europa, a Estados Unidos, o a partes lejanas, que dentro de Latinoamérica. La movilidad nuestra dentro del continente siempre es difícil. Entonces, hay unos destinos muy clásicos, principalmente México, Brasil o Argentina; pero Ecuador, incluso siendo los hermanos vecinos, siempre es algo que sucede de vez en cuando.
En este caso, la última vez que estuvimos fue en el 2022. Entonces, han pasado tres años. Es interesante vernos con los Swing Original Monks, acompañarlos en su aniversario y presentar nuestro grupo de nuevo para el público de Quito.
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¿Cuáles son sus influencias musicales?
Pues mira, nosotros tenemos un rango de influencias muy grandes que, por supuesto, están ligados a nuestros gustos musicales, al coleccionismo de discos y con un enfoque muy directo en las músicas de Latinoamérica, del Caribe, de África, de Indonesia, del mundo tropical en general.
Entonces, creo que por ese lado, también estamos en esas búsquedas y esas influencias están latentes; pero siempre tratando de llegar a un objetivo que es continuar haciendo un sonido propio, que tenga una identidad bogotana y que participe de este mundo inmenso de cumbias, como con este ángulo más de Bogotá.
El tráfico, las nubes negras, me imagino.
Sí, todo eso hace parte de la vivencia de vivir en Bogotá y en las contradicciones de hacer música tropical dentro de este páramo. Hace parte de esa misma búsqueda y termina plasmada en el sonido, en el tipo de visuales que usamos, en los instrumentos, en nuestro discurso en escena, etcétera.
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Este 2025 lanzaron Inconcreto & Asociados y han dicho que este álbum presenta un nuevo formato de banda, dejando la forma de cuarteto. ¿Cómo eso se aplica en la gira de conciertos?
El tema de tener invitados en cualquier grabación le da una identidad muy particular a ese registro del disco, pero esas canciones toman una vida diferente en vivo. Se acoplan, se cambian, se arreglan y se pueden utilizar.
Podemos utilizar recursos como el sample, etcétera, para tratar de atraer esas otras esencias. No hay acordeón en vivo, pero tenemos unas secuencias de acordeón que hacen parte también del tema y del resultado final que la gente está escuchando.
Frente Cumbiero, Romperayo, Los Piraña, Chúpame el Dedo, Meridian Brothers, Ondatrópica, todos comparten músicos y van de la mano en este proceso sonoro. ¿Son un colectivo y cómo eso influye en la experimentación?
Pues es definitivamente algo colectivo, algo comunitario. De nuevo volviendo al tema de Bogotá, estas bandas que tú dices obviamente es nuestro círculo más cerrado; pero nosotros tenemos una comunidad muy grande de música y bandas.
Todos estamos en cuatro, cinco, seis proyectos. Todos estamos colaborándonos todo el tiempo, tenemos músicos que participan de los diferentes grupos. Entonces, sí hay como una fuerza comunitaria, colectiva, que definitivamente nos ha beneficiado mucho, porque esto nos amplía la red, nos da más soporte, nos da mayor visibilidad.
¿Cómo lo colectivo influye en la búsqueda de los diferentes tipos de sonidos en cada proyecto?
Ahí viene la línea estética que cada uno de los directores de cada proyecto le quiere dar, ¿verdad? En mi caso los principales grupos que tengo que son El Frente, Los Piraña, Ondatrópica, si bien se están acercando a los lenguajes tropicales, cada uno tiene una esencia y una línea diferente y marcada.
Entonces, creo que tiene que ver más con la profundización que cada banda hace, con el estudio y la investigación que cada creador individual realiza y cómo moldea ese sonido, porque si las cosas se llegan a parecer mucho, ahí como que pierde el sentido.
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¿Cuál crees que sería el trabajo de Frente Cumbiero y el resto de proyectos que entran en este colectivo, sería conservar la cumbia a pesar de los tiempos?
Bueno, puede ser también. De todas formas, la cumbia de por sí tiene una fuerza vital y espiritual magnífica que va a ser y a seguir moviéndose más allá de uno o el otro. Yo, la verdad, creo que hasta ahora estamos rascando la superficie de algo que tiene una vida muy larga por delante.
¿Cómo definiría el término tropicanibalismo?
Para mí el tropicanibalismo es muchísimas cosas y se puede cómo conceptualizar desde mil ángulos. Básicamente, lo veo como una mirada alternativa, no obvia, no comercial, basada en un interés artístico que no está siguiendo las tendencias y que está tomando y alimentándose de un cuerpo musical latinoamericano muy rico.
¿Cómo manejan el conservadurismo frente a su propio sonido de cumbia?
Dialogar con la parte conservadora del género es bien complicado, porque ellos tienen unas tradiciones, unas líneas familiares y toda una genealogía que hace que les cueste ver que haya personas proponiendo lenguajes arriesgados alrededor de eso, a algo tan sagrado que se quiere mantener.
En realidad hemos estado bastante al margen de lo tradicional, en lo relacionado con el Carnaval de Barranquilla, festejos de cumbia, todo esto. Hemos ido esporádicamente a participar y nuestras voces, en realidad, no necesitan ser validadas en esos ambientes, porque de por sí ya esos eventos de cumbia tradicional necesitan mantener también su línea y su espacio.
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Dentro de su proceso de búsqueda de sonido o experimentación, ¿qué tanto de la cumbia ecuatoriana han rescatado?
La cumbia ecuatoriana es una influencia brutalísima para nosotros. Principalmente en lo que tiene que ver con el sonido o la instrumentación, hablando puntualmente de la cumbia ecuatoriana. También el pasillo, el albazo y todos estos estilos, siempre los hemos seguido.
El catálogo de Caife Records ha sido uno de mis favoritos en los últimos tres o cuatro años, desde que salió a la luz el botín y nos ha acompañado muchísimo. Mi familia es de Armenia y eso conecta directamente de Cali a Pasto, Ecuador. Siempre se escuchó muchísimo música ecuatoriana: trío y dueto de guitarras. La verdad, aquí al frente mío, en mi casa, tengo un mueble lleno de discos y hay un buen pedazo ecuatoriano que escucho muy seguido. Entonces sí es uno de los sonidos referentes para nosotros.
En varias entrevistas, Mario, ha destacado el valor del vinilo en este proceso de búsqueda sonora. ¿Cuáles son los discos que más han alimentado el proceso creativo de Frente Cumbiero?
Pues hombre, la verdad es que son una infinidad de discos, porque el mundo discográfico es infinito y es inagotable. Ya son 25 años buscando discos y escarbando, pero uno siempre está encontrando algo que jamás había visto y, por lo mismo, es muy difícil enfocarlo en algunas cosas.
A mí personalmente, siempre me ha gustado mucho el sonido de las bandas de cobres. Entonces tengo mucho de eso en mi colección, y todos los experimentos relacionados con esas cercanías al rock and roll. Entonces, lo que tiene guitarra eléctrica, órganos eléctricos, también está muy cerca; pero como que yo te diga, esto es lo más importante, no. Literal, todo África, toda Latinoamérica, todo el Caribe, Indonesia, Tailandia, Vietnam, muchísimas influencias y búsquedas discográficas que todavía hasta el día de hoy.
¿Qué tan grande es tu colección de discos?
Es grande, es una colección sobre todo enfocada en estos géneros que te digo. No tengo mucho rock ni jazz. Si bien nosotros crecimos escuchando muchísimos de esos géneros, yo decidí que eso ya lo escuché en mi adolescencia y no voy a ponerme a conseguir los vinilos de Led Zeppelin, porque prefiero buscar otras cosas.
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La cumbia se volvió latinoamericana con el tiempo. Sin embargo, en 2020, junto a Minyo Crusaders lanzaron un vinilo del género en japonés. ¿Cómo fue el trabajo con un grupo que viene de un contexto cultural tan diferente?
Bueno, ese es uno de los clásicos preconceptos que tenemos en Japón. Uno se imagina que es como otro mundo. Por supuesto, entre esas diferencias, que son obvias, hay una esencia muy fuerte que nos une. En la música hay unas cosas que son bastante cercanas: el uso de ciertas escalas y el uso de la percusión también. A veces, uno piensa que en ese país no son tan rítmicos. ¡Qué va! Los japoneses son rebailarines, tienen un súper buen ritmo.
Por otro lado, los Minyo Crusaders, por la cultura musical de Japón, que es uno de los países que más consume música en el planeta, ya estaba súper conectada en la música de Jamaica - el reggae, el dub, el rocksteady-. Ya conocían la música de Colombia. Ya estaban haciendo bugalú o cumbia desde antes de que llegáramos nosotros.
Entonces, ¿se puede decir que la cumbia tiene un patrón sonoro primigenio que puede expandirse más allá de cualquier frontera?
Sí, totalmente. Evidentemente, la cumbia tiene un misterio que está ligado al ancestro indígena, puntualmente; es como este componente triétnico que tiene el tambor africano, la melodía indígena, y el verso europeo. Incluso, hasta la forma de estilo europea. Pero en estos otros dos ángulos, el africano, por su extroversión y su dinamismo, es como bastante evidente qué es lo que trae.
El lado indígena de la cumbia es el más misterioso, el que menos conocemos, del que menos se habla. Y esto es algo milenario, que trasciende incluso la propia geografía americana. Y esa es la razón por la que la cumbia tiene esa forma de llegar a tantísimas fronteras y rincones de nuestro continente. No es tan fácil encontrar un género que se haya metido en todas las esquinas de América, como lo hizo la cumbia.
El grupo mexicano Son Rompe Pera tiene una frase de Cumbia is the new punk (La cumbia es el nuevo punk). ¿Qué tan acertada puede ser esta frase?
Bueno, esta pregunta me la han hecho muchísimo en los últimos meses. Y me parece que es una frase problemática. Evidentemente porque está en inglés y nos está comparándonos con estilos de afuera. Sin embargo, no me parece tan chocante como podría hablarse dentro de los ambientes académicos, antropológicos o sociológicos.
A mí me parece que lo potente de la frase es que un niño o una niña de 13, 14 años, cuando la ve, se le despiertan una cantidad de cosas en la cabeza. Es un enunciado directo, concreto. No tiene que ser un dogma, es simplemente una oración más.
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