Vertical de Ecuaterra

Además, este ecosistema abarca 45 lagunas entre Chimborazo y Morona.

26 jul 2024 , 14:42

El cielo y las montañas se reflejan en las aguas cristalinas del “Complejo de Humedales Ozogoche”. Es un espejo natural en el páramo andino. 45 lagunas se despliegan a lo largo de 10 017 hectáreas, entre las provincias de Chimborazo y Morona Santiago, a 3 788 metros sobre la Cordillera Oriental.

Se ingresa por el sistema montañoso de Ayapungo, partiendo de la comunidad de Ozogoche alto, en la parroquia Achupallas del cantón Alausí.

Aquí, hace 14 grados, una capa dorada de pajonal alto, mecida por un intenso viento, actúa como una esponja, reteniendo el agua y drenándola hacia la cuenca de las lagunas.

El plumaje negro con rayas blancas de los Curiquingues resalta entre las rocas, desde donde alzan vuelo.

Hacia el sureste, se revela la primera laguna: “la Cubillín”, la más grande del complejo, que ocupa un área de 700 hectáreas. La brisa agita sus aguas profundas y forma olas de 20 a 30 centímetros que golpean sus piedras de colores en la orilla.

Frente a su playa, nace la flor de los Andes: la “chuquiragua”, una planta de propiedades curativas y antiinflamatorias, cuyo intenso naranja sobresale, abriendo paso a un bosque, árboles de Quishuar y Pumamaqui, cubierto con pequeñas almohadillas que nutren sus 3 000 especies de plantas.

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Este ecosistema está atravesado por un río que conecta con la laguna “magtayán”, a la cual se llega caminando kilómetro y medio. Su figura alargada forma una suerte de cola que ocupa 400 hectáreas.

Sus aguas más tranquilas y transparentes permiten ver un colchón de algas. Hasta aquí llegan comuneros para pescar truchas, de forma controlada.

En sus bordes, una cortina de totoras, de un metro, se mezcla con el pajonal por donde sobrevuelan garzas blancas mientras otras descansan. Patos, gaviotas y chorlitos forman parte de sus 50 especies de aves.

El complejo lacustre está en el corazón de la cadena montañosa de Achipungo. Las elevaciones rocosas de los cerros Soruche, Sanquín, Rumiñahui, el Pulpito y Cerro Azul albergan glaciares menores, vertientes y afluentes naturales que conforman su reserva hídrica, crucial para 26 comunidades y tres sistemas de riego de Alausí.

Verdecocha conforma otra de las lagunas cuya extensión apenas alcanza medio kilómetro.

Las otras 42 lagunas son más pequeñas y están dispersas entre bosques de pino y polylepis donde las dantas se ocultan de los tigres y pumas. Se han censado 900 especies de vertebrados.

David Arellano, Técnico de Turismo Alausí, dio a conocer las especies que habitan ahí:

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“Tenemos el venado de páramo, el lobo, algunas ocasiones se ha visto el oso andino, tenemos los conejos de páramo y las alpacas.”

En 1983, este complejo lacustre fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Actualmente, 60 familias del pueblo Puruhá y 14 guardaparques del Ministerio de Ambiente protegen este ecosistema de alta montaña.

Recorrer las tres lagunas principales toma unas ocho horas.

Cada año, 3 000 turistas visitan el Complejo de Humedales Ozogoche”, cuyas aguas nutren las cuencas de los ríos Pastaza y Paute.

Colibríes, mariposas, hormigas y más, entre las especies que habitan en zona.

19 jul 2024 , 13:43

La neblina envuelve la espesa vegetación del bosque tropical Hatun Yanawrpi. Aquí el trino de los pájaros compite con el susurro del viento y el burbujeo de los riachuelos.

Se extiende a lo largo de 150 hectáreas en una montaña de la parroquia Pucayacu, en La Maná, provincia de Cotopaxi. A 1 500 metros sobre el nivel del mar y un ambiente cálido de 23 grados.

En la comunidad Malqui se puede iniciar la travesía por el bosque virgen cruzando por un puente de bambú de 15 metros sobre el río Quindigua. Árboles de toquilla y “alocasias”, también conocidas como «orejas de elefante», dibujan su entrada.

El bambú predomina en el ascenso, junto a árboles de cedro y copal. Entre sus ramas nacen helechos y musgo.

La humedad de sus troncos favorece la aparición de hongos. Se han detectado 100 tipos, incluyendo la “auricularia”, que destaca por su ondulación y su tono marrón oscuro.

Entre rocas desfilan las hormigas «corta hojas» de un intenso rojo.

Caminar sigilosamente permite no perturbar a especies como el «molusco gasterópodo», que se desplaza lentamente por el peso de su caparazón.

También hay libélulas y saltamontes en este ecosistema de al menos 120 tipos de insectos. Y otras 80 especies de arácnidos como la pardosa.

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No hay senderos trazados, solo es posible ascender tres kilómetros; el último cerca de un riachuelo que nace de una cascada de 10 metros.

En su cuenco, entre rocas, permanece la polilla “leucanella venenosa”, que tras 30 días se convertirá en mariposa. Al igual que las “hylesias”, orugas depositadas en hojas de chirimoya silvestre.

30 especies de mariposas como la «emperatriz», “anartia amatea” y la «mariposa de cristal» habitan el bosque. Un colibrí aletea entre arbustos de “flor del inca” y a poca distancia se puede observar un» mosquerito adornado», fácilmente reconocible por su plumaje amarillo.

Alegría Sotomayor, coordinadora del Proyecto Hatun Yanawrpi

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"Aquí tenemos una gran variedad de aves, en verano se hizo un registro de 147 especies en esta área".

15 vertientes alimentan los ríos Pigchu, Machay y Quindigua, fundamentales para dotar de agua a 20 mil habitantes de la parroquia Pucayacu y mantener la fertilidad del suelo de Hatun Yanawrpi.

En los alrededores del "quindigua" abunda la “mimosa sensitiva”, una planta conocida por su respuesta rápida al tacto. Sus hojas se cierran al ser tocadas o expuestas al calor. Entre estas se camuflan camaleones y las lagartijas "ameiva centroamericana", parte de las 30 especies de reptiles censadas.

Los anfibios se han clasificado en 80 tipos, también predominan entre los riachuelos. Una de sus especies estrella mide apenas un centímetro y el macho carga en la espalda a sus renacuajos.

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"Es visitado por biólogos, ornitólogos, fotógrafos de naturaleza especialmente y también porque buscan una ranita en especial que es la epipedobastes darwinwallacei, lo que le caracteriza a la rana de este lugar es que sus colores son mucho más intensos a las ranas qué han sido encontradas en otras áreas del noroccidente".

En un radio de tres kilómetros, la montaña está bordeada por árboles "sangre de drago" que llegan a medir hasta 25 metros. Su látex rojo es utilizado para cicatrizar heridas.

Las hojas naranjas que empiezan a caer señalan la llegada del verano, mientras el sol se cuela entre las laderas de la montaña del Hatun Yanawrpi.

Este ecosistema de transición, denominado bosque piemontano oriental, combina los andes subtropicales con la selva alta y baja.

12 jul 2024 , 19:23

El bosque Zanja Arajuno emerge como un oasis en medio de campos agrícolas. Son 52 hectáreas a orillas del río Arajuno, en la colonia Mariscal Sucre del cantón Santa Clara, provincia de Pastaza.

Los primeros árboles que aparecen en el bosque Zanja Arajuno, en Pastaza, son de guaba, superan 20 metros y forman una copa por donde se filtra la luz en hilos dorados. Una manada de 30 monos “barizos” se desplaza entre sus ramas alimentándose de insectos, frutas y hojas tiernas.

A pocos metros, el venado colorado aparece entre los arbustos de “colca”, que florecen durante este mes envolviendo árboles de cedros, canelos y guayacanes, donde deambula el coatí, parte de las 20 especies de mamíferos que habita el bosque.

Este ecosistema de transición, denominado “bosque piemontano oriental”, combina los andes subtropicales con la selva alta y baja. Sus fuentes hídricas son claves para mantener el equilibrio.

Hay 10 vertientes que alimentan a los ríos “Zanja Arajuno” y “Pukayaku” que atraviesan la reserva manteniendo la zona húmeda con una temperatura de 22 grados.

Tres pequeñas lagunas, con un diámetro 1 200 metros, se forman en el corazón del bosque donde crece, entre el musgo y “enredaderas, la “punta de lanza”, una planta de propiedades antiinflamatorias.

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Una lora “cabeciazul” reposa entre las ramas de un árbol de achacaspi y en la orilla, un “lagarto de anteojos”, de dos metros y medio, toma el sol mientras otro marca territorio y busca alimentarse con guanchiches y cachamas.

Ellos comparten el hábitat con las “tortugas charapa”, parte de los 30 reptiles censados.

Al caer la tarde, el croar de las ranas y los sapos se fusiona con el canto de saltamontes, chicharras y grillos que se posan entre las hojas de plantas de bijao. Son el alimento predilecto de la “rana de cristal” y la “Arquelín”.

La “Philomedusa bicolor” sigilosamente deposita sus huevos en hojas cercanas a estanques para garantizar que, cuando nazcan, sus crías lleguen rápidamente al agua. Hay 40 tipos de anfibios.

Por su biodiversidad, el Ministerio de Ambiente reconoció a “zanja Arajuno” como una reserva privada de gran relevancia. Una familia de Pastaza se encarga de su custodia evitando la incursión de actividades agrícolas y ganaderas para preservar 400 especies de plantas.

A medianoche, con una luz ultravioleta, se puede observar el espectáculo bioluminiscente del “opilión”, un arácnido cuyo exoesqueleto brilla con tonos de verde y morado.

Sus colores contrastan con el cielo estrellado iluminado por la luna llena que sella una vista única en el bosque Zanja Arajuno.

Esconde sitios mágicos y alberga tres lagunas en 33 393 hectáreas. Además, 17 tipos de mamíferos y es el refugio de 14 mil especies de aves.

26 abr 2024 , 14:55

El Parque Nacional Cotopaxi, conocido por su majestuoso volcán, esconde rincones mágicos, atractivos naturales como sistemas lacustres, bosque de pinos, diversidad de flora y fauna.

Como parte de su sistemas de lagunas están los manantiales, ubicados en la parte nororiental a 3 780 metros de altura.

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El agua nace de los deshielos y recorre subterráneamente unos cinco kilómetros escondidos entre estas prominentes masas de tierra cubiertas por el tapiz dorado del páramo y que se aprecian más desde el aire.

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"Este vertiente se une con las dos que están en sus alrededores y se conforma lo que es la sequía San José, la cual es de vital importancia para las comunidades de Pedregal y otros sectores aledaños para el sistema de riego", explica Jorge Tigasí, administrador Parque Nacional Cotopaxi.

En 33 393 hectáreas, el Parque alberga tres lagunas, una de ellas la de Santo Domingo en la región oriental del volcán.

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Es un cuerpo de agua gélida y oscura rodeada de pajonales y coloridas chuquiraguas, una de las 170 especies de plantas que crecen en la reserva, también hay árboles de polylepis, romerillo y lo más vistoso la paja de páramo.

Las aguas cristalinas de la laguna de Limpiopungo sirve de espejos donde se refleja el volcán. Especies como la gaviota andina o el curiquingue y hasta la perdiz de páramo.

La lechuza también habita en el Parque, el halcón, el cóndor andino y el colibrí de sangre caliente conocido como estrella de los Andes.

Desde la laguna es posible observar las huellas que han dejado las antiguas erupciones volcánicas que dieron lugar al cuerpo de agua. Por eso este espacio natural es considerado como un área colectora de agua.

El tratamiento de la flora y fauna de la reserva permite el libre desplazamiento de otros animales, como los venados de cola blanca, que miran fijamente al lente de la cámara, están habituados a los visitantes, alrededor de 15 000 al mes

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"Desde el año 2018 que hemos hecho la erradicación completa del ganado vacuno, los venados están asomando y tenemos una gran población, por lo que hemos identificado unos 130 en el área protegida", comentó Byron Peñafiel, guardaparque de la Reserva Nacional

Hay 17 tipos de mamíferos entre estos los caballos silvestres, son 600, un número manejable para el ecosistema de la reserva.

Están distribuidos en manadas en cinco zonas, una de ellas la de los manantiales, se alimentan de rebrotes de vegetación de páramo.

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El Parque Nacional Cotopaxi es la casa del oso de anteojos, el puma, ambas especies son difíciles de observar, los zorrillos, comadrejas son parte de la fauna.

El Parque Nacional Cotopaxi es un ejemplo de la convivencia armónica de la naturaleza y uno de los rincones sostenibles más apreciados del país.

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Dentro de los ejemplares presentes en el Chocó Andino están plantas comestibles, como el pepinillo silvestre, el bledo y el llerén.

16 feb 2024 , 14:44

En el interior del Chocó Andino, con sus 286 000 hectáreas, viven especies importantes de animales como el famoso oso de anteojos y 3 200 plantas.

Dentro de estas ejemplares existen plantas alimenticias no convencionales. La mayoría de ellas crecen de forma silvestre y han estado aquí desde siempre.

En la parroquia Nanegalito, a unos 45 minutos de Quito, la Fundación Imaymana las estudia. Sus investigadores saben que en el Chocó Andino hay unas 450.

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Nina Duarte, ingeniera forestal, cuenta que muchas de ellas han quedado en el olvido por lo que corren riesgo de desaparecer si no son reproducidas. Ella y sus colegas intervienen en este tema.

"Se rehabilita esta área degradada a través de la diversidad de plantas y árboles en el sistema, que a la vez es un beneficio para los productores y productoras", señala.

El pepinillo silvestre es uno de ellos, una hortaliza muy llamativa por su tamaño: mide unos 6 centímetros. Lo mismo ocurre con el tomatillo de árbol, que tiene un color diferente a la del tomate de árbol que se conoce.

Foto de un tomatillo verde.
Foto de un tomatillo verde. ( )

Estas plantas tienen propiedades extraordinarias, que incluso, en algunos casos, llevan ventaja a las plantas comestibles tradicionales como el bledo, una planta en esta zona está por todas partes.

Por ello, los bosques del Chocó son para los científicos verdaderas bastiones de conocimiento .El llerén es una de las plantas más estudiadas, un tubérculo no convencional de nueve mil años de antigüedad, una de las plantas ancestrales que corre riesgo de perderse.

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Su sabor es como el de un choclo tierno. Es una planta resistente a las sequías e inundaciones cuyas propiedades sorprenden. Son antioxidantes, y aportan muchos nutrientes, pues tienen calcio y hierro.

Foto de un llerén, un tubérculo que crece en el Chocó Andino.
Foto de un llerén, un tubérculo que crece en el Chocó Andino. ( )

Su cultivo no es complejo y es uno de las plantas alimenticias que el proyecto intenta resaltar. Además, están flores comestibles como la verdoloaga y unas papas aéreas que ahora están siendo cultivadas de nuevo por las comunidades.

La idea es que estas plantas no solo permitan la restauración de los bosques, sino que se incluyan en el sistema de producción y de alimentación de la zona.

Por ello la misión es enseñar a las comunidades no solo a cultivarlas, sino a prepararlas. De allí la importancia de reforestar y de atesorar estos bosques biodiversos en donde aún queda mucho por descubrir.

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