La suspensión masiva de vuelos y el cierre del espacio aéreo sobre Venezuela generan caos, reducción drástica de conexiones y pasajeros sin opciones de retorno.
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Imágenes de archivo de aviones. ( )
La cancelación de vuelos hacia Venezuela ha dejado a numerosos pasajeros sin posibilidad de regresar, especialmente en aeropuertos de Europa y América Latina, tras una cadena de restricciones aéreas emitidas por Estados Unidos en los últimos días. La advertencia inicial de la Administración Federal de Aviación, que pidió extremar precauciones al sobrevolar territorio venezolano y el sur del Caribe, desencadenó la cancelación inmediata de rutas por parte de ocho aerolíneas internacionales, lo que redujo súbitamente la disponibilidad de conexiones.
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El gobierno venezolano respondió retirando los derechos de tráfico aéreo a varias de estas compañías, mientras que la situación se agravó cuando Washington anunció que el espacio aéreo venezolano debía considerarse completamente cerrado. Desde entonces, el movimiento aéreo en el país ha caído a niveles mínimos, con apenas unos pocos vuelos nacionales y operaciones puntuales de aerolíneas como COPA, Wingo y Boliviana de Aviación, según los registros del aeropuerto internacional de Maiquetía.
La reducción de vuelos es significativa: de más de cien operaciones semanales, el número ha descendido casi un 25%, afectando no solo al transporte de pasajeros, sino también al flujo de carga. A la par, vuelos hacia destinos como Bogotá, Lima, Curazao o Panamá han continuado de forma limitada, aunque la presencia de aerolíneas extranjeras es cada vez menor. Las autoridades venezolanas han denunciado las medidas estadounidenses como un acto de hostilidad y aseguran que han activado canales diplomáticos para revertir la situación.
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Mientras tanto, cientos de venezolanos permanecen atrapados en aeropuertos extranjeros sin información clara sobre su retorno. Aunque las autoridades han anunciado un “plan especial” para facilitar su regreso, no se han detallado acciones concretas. Algunos pasajeros han buscado asistencia humanitaria para alojamiento y alimentación mientras esperan una solución, en un escenario que revive las dificultades históricas de conectividad aérea que el país arrastra desde hace más de una década.
El gobierno venezolano respondió retirando los derechos de tráfico aéreo a varias de estas compañías, mientras que la situación se agravó cuando Washington anunció que el espacio aéreo venezolano debía considerarse completamente cerrado. Desde entonces, el movimiento aéreo en el país ha caído a niveles mínimos, con apenas unos pocos vuelos nacionales y operaciones puntuales de aerolíneas como COPA, Wingo y Boliviana de Aviación, según los registros del aeropuerto internacional de Maiquetía.
La reducción de vuelos es significativa: de más de cien operaciones semanales, el número ha descendido casi un 25%, afectando no solo al transporte de pasajeros, sino también al flujo de carga. A la par, vuelos hacia destinos como Bogotá, Lima, Curazao o Panamá han continuado de forma limitada, aunque la presencia de aerolíneas extranjeras es cada vez menor. Las autoridades venezolanas han denunciado las medidas estadounidenses como un acto de hostilidad y aseguran que han activado canales diplomáticos para revertir la situación.
Mientras tanto, cientos de venezolanos permanecen atrapados en aeropuertos extranjeros sin información clara sobre su retorno. Aunque las autoridades han anunciado un “plan especial” para facilitar su regreso, no se han detallado acciones concretas. Algunos pasajeros han buscado asistencia humanitaria para alojamiento y alimentación mientras esperan una solución, en un escenario que revive las dificultades históricas de conectividad aérea que el país arrastra desde hace más de una década.
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