El mexicano Guillermo del Toro adaptó la famosa obra Frankenstein o el Prometeo Moderno, ajustándola a su universo cinematográfico.
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El actor guatemalteco Oscar Isaac interpreta al dr. Víctor Frankenstein; mientras que el australiano Jacob Elordi da vida a la Criatura.( )
En noviembre de 2025, Guillermo del Toro lanzó su versión de Frankenstein. Para el conocedor del trabajo del director mexicano, se sabe que la novela de la escritora británica Mary Shelley es motor de su inspiración; por lo que ya era tiempo para que el conocido cineasta adapte la obra desde su perspectiva, así como lo hizo con Pinocho en 2022.
El actor guatemalteco Oscar Isaac interpreta al dr. Víctor Frankenstein; mientras que el australiano Jacob Elordi da vida a la Criatura. Sin embargo, las miradas se centran en Mia Goth quien actúa como la baronesa Claire Frankenstein, madre del científico con complejo de Dios, y como Elizabeth Lavenza, prospecto romántico no solo del doctor sino del hermano. La atención no solo concentró en la británica por la actuación; sino, porque sus personajes no son como en la novela. Igual que en Pinocho, del Toro tomó la libertad de ajustar la historia a su conveniencia.
La historia de Frankenstein ya se la conoce. Un científico se obsesiona con la muerte y da vida a unos pedazos de carne muertos y ensamblados, pero crea un monstruo que poco a poco va pensando, sintiendo y, sobre todo, cayendo en la tristeza de la soledad. Esa base de la historia, Guillermo del Toro la respetó; sin embargo, cambia detalles como el motor de desafiar la naturaleza o la motivación para seguir investigando. De esa manera, la Criatura y Víctor entran en el bestiario del cineasta mexicano.
1816, el año sin verano y la génesis de los monstruos modernos
Alejándonos de 2025, el origen de dos de los monstruos icónicos de la edad contemporánea radica en un verano en 1816. Cuatro personajes se reunieron en Villa Diodati, cerca al lago Lemán, en Suiza, para pasar el verano. No era una estación cualquiera, por primera vez registrado, el sol no aparecía ante la capa de las toneladas de polvos de azufre que lanzó la supererupción del volcán Tambora de Sumbawa, Indonesia, en abril de 1815.
Los cuatro personajes no eran cualquiera. Por un lado, el reconocido poeta Lord Byron arrastró al doctor William Polidori a una travesía para terminar en Suiza. En ese viaje se cruzaron el poeta Percy Shelley y una joven Mary, hija del escritor anarquista William Golding y la filósofa feminista Mary Wollstonecraft, quien aceptó un viaje a Villa Diodati. El epicentro del terror moderno.
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Sin la luz del sol que caliente la tierra, todo era nubes y frío que cubrían la casa y lo que se volvió un viaje de veraneo se convirtió en una experiencia de horror interno. Una propuesta traviesa propuesta por Mary pone frente al espejo a los cuatro personajes: un concurso de escribir una historia de terror y contarlo después.
Aunque Lord Byron y Percy Shelley eran poetas conocidos y escuchados, esa noche en las mentes de Mary y William nacieron dos monstruos que dieron pie al cambio al terror literario. En primera instancia, Polidori creó la historia del primer vampiro moderno, un proto Drácula que pasó de ser una bestia del folclor europeo a un dandi aristocrático (el parecido con Byron es pura coincidencia). En cambio, Mary, con 19 años, se inventó a la Criatura producto de la obsesión por la muerte por parte de un doctor. Ese monstruo perdura hasta el día de hoy.
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Todos los monstruos de Guillermo del Toro en Frankenstein
En 1818 apareció la novela de Frankenstein o el Prometeo Moderno de Mary Shelley. Ese mismo libro leyó Guillermo del Toro y lo motivó a realizar su propia versión, 207 años después. De una terrorífica revisión de los límites éticos de los avances de la ciencia en plena Revolución Industrial a una historia sobre paternalismo nocivo, Víctor Frankenstein pasa de un científico poseído por la soberbia y el complejo de Dios a un padre ausente con irresponsabilidad afectiva.
El padre es un personaje recurrente en la filmografía de Guillermo del Toro. El doctor Trevor Bruttenholm, en la saga de adaptaciones de Hellboy, varias veces es etiquetado como “papá”, por parte de las criaturas que él mismo cuida. Ahí, la relación se centra en el cuidado. En cambio, Víctor somete a la Criatura, aunque él la creó, no lo ve como hijo con ojos de cuidado, sino con decepción. Ahí su vínculo es de creador y producto.
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Elizabeth entra en una relación romántica con la criatura, dejando de lado a Víctor Frankenstein y a su hermano, lo dos prospectos románticos de ella. A pesar de su fealdad, desde la visión simétrica de la belleza, le cautivó su espíritu. Ese vínculo se puede observar entre la protagonista y el monstruo de La Forma del Agua, un nexo entre una mujer fuera de lo común y una criatura con la que extrañamente se entiende.
En El Laberinto del Fauno, aunque las hadas y las criaturas extrañas podrían catalogarse como monstruos, el padrastro de Ofelia, la niña protagonista, se ha tomado como el verdadero monstruo de la historia: un sargento del Ejército franquista durante la guerra civil española. Así, como Guillermo del Toro señala al fascismo como el verdadero enemigo, en Frankenstein coloca a Víctor como el doctor inhumano que no es capaz de tratar a la Criatura como un ser vivo, vida creada por él.
¿Será que Mary Shelley pensó en la misma Criatura que retrató Guillermo del Toro? Lo que sabemos es que sin Frankenstein y el Prometeo Moderno, el cineasta mexicano no hubiera pensado en el terror que filma hoy en día. Capaz, los dos monstruos son diferentes, pero no deja que una invención de 1816 sea tan vigente el día de hoy, tanto que un director de cine decidió estrenar una adaptación 207 años después.
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