Diésel: contrabando imparable | Bodegas clandestinas y ganancias millonarias con el negocio del diésel ilegal en la frontera sur
En la frontera entre Ecuador y Perú, el contrabando de combustible opera a plena luz del día. Galpones, tricimotos y redes criminales forman parte de un esquema que mueve miles de galones diarios, mientras comunidades enteras guardan silencio ante el peligro.
Tienen hasta cuatro bodegas por cada cuadra. Cada galpón tiene capacidad para tres camiones que llegan con tanques y son colocados bajo techos de zinc.
Allí, bombas de succión y mangueras vacían el diésel hacia bidones que terminan en tricimotos con placas peruanas que cruzan por los pasos clandestinos.
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En un rincón, fundas negras de basura también son usadas para traficar el diésel. El olor a hidrocarburo es tan fuerte que marea; el suelo está impregnado de combustible derramado y las conexiones eléctricas ilegales convierten al lugar en un polvorín listo para estallar.
"Ahí esperan a esto de las 10, 11 de la noche o de la madrugada y utilizando puentes improvisados, cruzan las motos hasta el otro lado del Perú", explica un militar
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Dos semanas de seguimiento permitieron al Ejército allanar seis bodegas. Actuaron 150 policías y militares con equipos antimotines, pues parte de la población salió a las calles para reclamar por el operativo.
Al final se decomisaron 34 mil litros de diésel y una persona fue detenida. El resto huyó, pues fueron alertados. Aquí todos saben quién manda, pero nadie quiere hablar frente a la cámara.
Ya en Perú, el contrabando de combustible se lo realiza al aire libre. En la carretera que conecta a Huaquillas con Aguas Verdes, durante un recorrido de tres horas, no hemos visto presencia de autoridades peruanas.
Cada media cuadra, un puesto improvisado ofrece diésel ecuatoriano en botellas de vidrio o pomas plásticas. Las mesas están incluso a pocos pasos de la gasolinera oficial.
Los vendedores, en su mayoría, son mujeres y personas de la tercera edad. Esta escena ha ocurrido por años, sin que las autoridades logren ponerle freno.
"Es un lugar de bastante ingreso, les conviene a los grupos delincuenciales para poderse, abastecer, tanto de armas y droga", menciona un militar
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El galón de diésel que en Ecuador vale USD 2,80 se revende hasta en 14 soles, lo que significa USD 4, pero en una gasolinera ese mismo galón puede costar USD 5,45. Algunos conductores prefieren comprar el combustible sin reparo en la calle.
El negocio criminal tiene ganancias millonarias. El esquema es claro según la explicación de uno de los uniformados durante los operativos: "Lo que están haciendo es abastecerse de los vehículos, de los camiones que vienen con combustible robado desde la parte de Santa Elena, de Santo Domingo hasta este sector".
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En Ecuador, una cisterna de 250 galones se compra a USD 600. En Perú, el mismo cargamento se revende en USD 1 000. Una sola bodega puede despachar hasta 10 viajes en una noche, generando ingresos de más de USD 6 mil diarios.
Un contrabandista puede llegar a ganar USD 3 000 mensuales, mucho más que cualquier empleo formal en la frontera.
El 80 % del combustible es diésel, gran parte robado del poliducto de Petroecuador. Con la eliminación del subsidio, las gasolineras ya no lucen repletas de carros.
En el 2024, en esta frontera se incautaron 8 800 galones, mientras que en lo que va del 2025 suman 31 800 galones con 158 detenidos.
Aquí el contrabando no solo mueve autos: mueve vidas, enriquece mafias y condena a comunidades enteras al silencio.
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