El papa León XIV tendrá que enfrentar la situación financiera del Vaticano

En el corazón de Roma se esconde uno de los entramados financieros más enigmáticos: El Vaticano. Es el país más pequeño del mundo; tiene apenas 44 hectáreas, menos de 900 habitantes y administra propiedades históricas, recauda donaciones globales y opera un banco.

El Vaticano se financia con cuatro fuentes: donaciones; venta de entradas a museos, inversiones y alquiler de propiedades. Tiene alrededor de 5 000 inmuebles, la mayoría en Italia. Esos ingresos, en el 2024, sumaron alrededor de USD 740 millones.

El monto no fue suficiente para cubrir sueldos y pensiones, estilo de vida, mantenimiento de edificios, misiones diplomáticas y nunciaturas, y obras sociales; todo esto asciende a USD 830 millones. El déficit económico es de USD 90 millones.

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Para solventarlo, el papa Francisco ordenó, en febrero de este año, que se creara una comisión para incentivar las donaciones. Aún no se conocen resultados. El papa también había reducido sueldos y recortado gastos.

Los problemas de cuentas en El Vaticano no son nuevos; se hicieron visibles por primera vez en 1980, cuando el Banco del Vaticano fue acusado de facilitar transacciones financieras ilegales como lavado de dinero. Se conoce como el escándalo del Banco Ambrosiano.

Desde entonces, sus finanzas enfrentan desafíos: desde inversiones fallidas y casos de corrupción interna hasta la presión internacional para cumplir con estándares de transparencia y control anticorrupción.

Las donaciones de sectores conservadores también disminuyeron por las posturas liberales del papa Francisco.

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En el documentar Amén: Francisco Responde, comenta que no recibe un salario fijo ni cuenta con una nómina.

Las necesidades básicas, como alimentación y hospedaje, son cubiertas por la Santa Sede, lo que le permite desempeñar sus funciones sin preocuparse por su situación financiera.

Si el pontífice necesita dinero para sus gastos personales, como la compra de ropa o zapatos, lo solicita. En caso de necesitar un gasto más grande, trata de no cargarlo a la Santa Sede y busca apoyo de personas dispuestas a contribuir. Para ayudar en causas sociales, recurre al encargado de apoyos en el Vaticano.

La práctica de no remunerar al Papa por su servicio espiritual se mantiene desde al menos el pontificado de Juan Pablo II. El Vaticano se encargaba de cubrir sus gastos de manutención y vivienda.

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