La excéntrica vida del nieto del histórico militar cubano Fidel Castro causa críticas en redes sociales por la vida de privilegio que lleva, pese a su discurso de humildad.
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Sandro Castro, nieto de Fidel Castro.( )
Sandro Castro, nieto del histórico líder revolucionario cubano Fidel Castro, ha captado la atención de miles de usuarios en redes sociales por llevar una vida pública completamente alejada de los ideales de austeridad que en su momento predicó su abuelo.
Sandro es hijo de Alexis Castro Soto del Valle, uno de los cinco hijos que el expresidente tuvo con Dalia Soto del Valle, su pareja de larga data. ¿Cómo es la vida de Sandro y por qué es tan criticado? Aquí te lo contamos.
Pese al protagonismo político de Fidel, durante décadas se mantuvo un férreo control sobre la información relacionada con su familia directa, en un intento por proteger su privacidad y, sobre todo, para evitar que se conociera el estilo de vida privilegiado del que gozaban mientras la mayoría del pueblo cubano vivía en condiciones precarias.
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Hoy, esa barrera se ha roto. A sus 33 años, Sandro Castro ha emergido como una figura mediática, polémica y divisiva. A través de su cuenta de Instagram, donde supera los 127 mil seguidores, el joven comparte abiertamente imágenes y videos que muestran una vida marcada por el lujo, el entretenimiento y el consumo de marcas exclusivas.
Todo esto, contrasta fuertemente con la dura realidad que atraviesa gran parte de la población cubana: escasez de alimentos, cortes de energía eléctrica que superan las 12 horas diarias, carencia de medicinas y deterioro de servicios básicos.
Sandro se presenta como influencer, generador de contenido humorístico y paródico que muchas veces hace referencia a las condiciones sociales de la isla. Sin embargo, lejos de generar empatía, sus publicaciones suelen causar indignación.
En sus redes se le ve rodeado de amigos y mujeres, tomando café en lugares exclusivos, viajando, asistiendo a fiestas privadas y, en particular, promocionando con frecuencia la cerveza Cristal, una de las bebidas que él promociona en Cuba.
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Esta presencia continua de la marca en sus videos ha despertado críticas, no solo por el contraste con la falta de productos básicos, sino también por la superficialidad del contenido, considerado insensible por muchos usuarios.
Uno de los momentos que más controversia generó fue un video que se volvió viral en la red social TikTok, donde Sandro aparece manejando un automóvil de alta gama, un Mercedes-Benz. En el video, dice:
“Nosotros somos sencillos, pero de vez en cuando hay que sacar estos jugueticos que tenemos en casa.”
La frase fue interpretada como una provocación, especialmente viniendo de alguien con un apellido que ha marcado profundamente la historia política del país.
Para muchos, Sandro representa una paradoja, el descendiente de quien predicó la igualdad social, hoy se muestra públicamente disfrutando de privilegios que el ciudadano promedio cubano solo puede imaginar.
La crítica se intensificó aún más cuando se supo que, mientras gran parte de La Habana y otras ciudades sufrían largos apagones por fallas en el sistema eléctrico, Sandro seguía organizando fiestas en su club privado en el barrio El Vedado, uno de los sectores más exclusivos de la capital.
Según denuncias en redes sociales, dicho establecimiento no se ve afectado por los cortes de energía, lo que ha alimentado aún más el resentimiento entre la población. Si bien Sandro ha declarado en algunas entrevistas que se considera un revolucionario, común y corriente, sus actos públicos parecen contradecir esa afirmación.
Su figura ha sido duramente criticada incluso por intelectuales y comunicadores afines al régimen cubano. Para algunos, él encarna el desgaste y la contradicción del discurso oficial; para otros, simplemente es un joven que, sin asumir responsabilidad política, aprovecha el peso de su apellido para construir una imagen mediática que explota la ironía, el privilegio y la provocación.
Lo cierto es que Sandro Castro ha puesto en evidencia, sin proponérselo del todo, una de las grandes tensiones actuales en Cuba, la brecha cada vez más profunda entre los discursos revolucionarios y la vida real de quienes aún ostentan el poder.
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