El arte hecho videojuego: los títulos 2D que cuentan historias sin decir una palabra

En una época en la que los videojuegos se han consolidado como una forma legítima de arte, algunos títulos en 2D han logrado destacarse no solo por su jugabilidad clásica, sino por su capacidad de emocionar, inquietar y maravillar al jugador a través de su estética y narrativa visual.

Uno de los pioneros en esta corriente fue Limbo, desarrollado por el estudio danés Playdead en 2010. Con una paleta monocromática de grises y negros, este juego nos sumerge en un mundo sombrío y perturbador, sin necesidad de diálogos ni textos. Su atmósfera se convirtió en un referente para futuros títulos que apostaron por la sutileza y el simbolismo visual.

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Seis años después, el mismo estudio sorprendió con Inside, una obra aún más refinada que combinó plataformas y puzles con una narrativa silenciosa y poderosa. Sus escenarios, cargados de tensión, vuelven a demostrar que se puede contar una historia profunda solo con imágenes y sonidos.

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Otro título que marcó un antes y un después fue Gris lanzado en 2018 por Nómada Studio. Este juego español propone una experiencia emocional sobre la pérdida y la sanación, a través de una protagonista que debe recuperar los colores de su mundo. La dirección de arte, inspirada en acuarelas y animaciones fluidas, lo convirtió en un ícono del videojuego como arte.

Y si de belleza visual hablamos, es imposible omitir Ori and the Blind Forest y su secuela Ori and the Will of the Wisps, de Moon Studios. Ambos títulos no solo destacan por su jugabilidad precisa, sino por su mundo vibrante, lleno de detalles, música envolvente y un diseño de personajes entrañable.