Que Independiente del Valle se encamina al título lo venimos cantando desde agosto. Barcelona ha hecho papel deplorable como local, pero el escenario aún puede ser peor...
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Barcelona perdió como local ante Independiente del Valle en la primera fecha del hexagonal y se aleja la esperanza del título( )
No fue una sorpresa, fue una confirmación. Lo que ocurrió anoche en el Monumental no cambió el rumbo del campeonato, solo lo sentenció antes de tiempo.
El 0-3 de Independiente del Valle sobre Barcelona fue más que un triunfo: fue una declaración de autoridad que deja al resto del país observando cómo el equipo de Javier Rabanal se encamina, sin resistencia, hacia un título que la mayoría dimos por descontado desde agosto.
El golpe en Guayaquil no fue solo futbolístico, también fue emocional. En apenas 45 minutos, IDV resolvió el partido con goles de Michael Hoyos, Júnior Sornoza y Patrik Mercado. Este Barcelona de Ismael Rescalvo fue una sombra: sin reacción, sin intensidad, sin alma.
La afición, que acudió al estadio con ilusión, se marchó con rabia, impotencia y tristeza. Porque lo que más duele no es perder, sino sentir que el equipo no compite, que no defiende su historia ni su casa como se debe.
Y es que, en Barcelona, ser segundo es un fracaso. Pero lo es aún más cuando el líder te saca 13 puntos de ventaja en la tabla de posiciones y puede ser campeón en cuestión de tres o cuatro fechas más.
La diferencia entre ambos clubes no es casual: Independiente del Valle tiene un proyecto, una idea, una gestión deportiva coherente. Barcelona, en cambio, tiene nombres, nómina y presupuesto... pero no tiene equipo.
La caída de los toreros se explica también en los números. Esta es la peor campaña como local en la historia de Barcelona, pues ha ganado apenas 6 de 16 partidos jugados en el Monumental y empatado 4.
De 48 puntos disputados, solo consiguió 22. Empató con rivales de media tabla como Deportivo Cuenca, Técnico Universitario o Aucas, perdió con Macará y hasta con Manta, un equipo que pelea por no descender.
Ante los de arriba, su balance en Guayaquil es igual de triste: perdió dos veces con IDV, cayó con Liga de Quito y con Universidad Católica, y apenas empató con Libertad.
Esa es la radiografía de un equipo que, hoy por hoy, ocupa el segundo lugar por inercia y gracias a que Liga y Católica empataron. Pero nada garantiza que mantenga esa posición.
El próximo fin de semana visita Casa Blanca, y si pierde ante Liga, los albos lo superarán. Católica, en racha ascendente, también acecha.
El título está perdido, eso lo sabíamos. Pero el riesgo ahora es mayor: quedarse sin clasificación directa a la Copa Libertadores en el año del centenario sería una mancha que no se borrará fácil. Y jugando así, no parece un escenario descabellado.
Independiente del Valle no solo camina hacia el campeonato, marca la diferencia de una era. Mientras unos siguen apelando al peso de su escudo, otros entienden que el fútbol moderno se gana con planificación, hambre y trabajo silencioso.
Lo del Monumental no fue una sorpresa, fue la consecuencia lógica de dos realidades opuestas: IDV, un equipo que compite, frente a un Barcelona sin orden ni ideas.
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