19 sep 2025 , 10:16

El ayuno de dopamina: ¿es una herramienta para el bienestar mental o es un mito?

Una tendencia que explora la relación entre la sobrecarga digital, la adicción al placer instantáneo y la búsqueda de un equilibrio en el cerebro.

   

La mayoría de los adultos pasan al menos dos horas diarias en redes sociales, y los adolescentes duplican esa cifra. Esta búsqueda incesante de likes, comentarios o clips virales no es casual; está íntimamente ligada a la dopamina, el motor del sistema de recompensa de nuestro cerebro. Es como si el cerebro fuera un jardín que, en lugar de recibir agua de lluvia, está totalmente inundado.

La adicción a la dopamina no es una intoxicación real por esta molécula. La dopamina es un neurotransmisor, no una droga. El problema surge con la desensibilización cerebral. Actividades de gratificación instantánea, como el scroll sin fin en TikTok o el consumo de pornografía, activan el sistema de recompensa del cerebro de forma desproporcionada. Con el tiempo, este bombardeo constante de estímulos provoca que los receptores de dopamina se vuelvan menos sensibles. Para sentir la misma satisfacción, el cerebro exige más y más, creando un ciclo vicioso de búsqueda constante de placer.

Para romper esta espiral, surgió la tendencia del ayuno de dopamina. La idea central es tomar un respiro prolongado de todas las fuentes de placer artificial. Esto incluye no solo las redes sociales, sino también videojuegos, comida chatarra, y cualquier actividad que ofrezca una recompensa inmediata con un esfuerzo mínimo. La teoría es que, al privar al cerebro de estas descargas fáciles de dopamina, se le permite resetearse y recuperar la sensibilidad a las recompensas más simples y naturales de la vida.

Aunque una pausa de 48 horas puede darnos una sensación de calma, los expertos coinciden en que un verdadero reinicio requiere más tiempo. El Dr. Cameron Sepah, pionero en este concepto, y la Dra. Anna Lembke de la Universidad de Stanford, sugieren que un periodo de 10 a 14 días puede empezar a restablecer los patrones de pensamiento compulsivos. Para una verdadera transformación, se recomienda una abstinencia de un mes, centrándose en una sola fuente problemática a la vez. El objetivo no es eliminar la dopamina, sino restaurar su equilibrio.

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La clave del éxito no está solo en la abstinencia, sino en la sustitución de hábitos. En lugar de buscar la gratificación en una pantalla, el ayuno de dopamina propone reencontrar el placer en actividades que requieren esfuerzo. Cosas tan sencillas como hacer ejercicio, pasar tiempo en la naturaleza, meditar o conectar con amigos en persona liberan dopamina de forma saludable y sostenida. Estas actividades fortalecen las vías neuronales de recompensa sin saturarlas.

Al principio, el proceso puede sentirse incómodo. Es normal experimentar síntomas de abstinencia como ansiedad, irritabilidad y un aburrimiento profundo. Sin embargo, al superarlos, los beneficios son tangibles: una mayor concentración, menos impulsividad, un mejor estado de ánimo y una renovada apreciación por las cosas simples de la vida, como el sabor de una comida casera o una conversación con un ser querido.

En un mundo que nos empuja a estar siempre conectados y a consumir de forma constante, un ayuno de dopamina es más que una simple moda. Es un acto deliberado de resistencia y autocontrol. Se trata de tomar las riendas de nuestra atención y reentrenar a nuestro cerebro para que valore lo que realmente importa.

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