Ser político en esa provincia es una actividad de alto riesgo, pues se han asesinado a autoridades en funciones, excandidatos y líderes locales. Son crímenes que han marcado a los movimientos políticos y los han limitado en su propósito de trabajar con su militancia.
En Manabí, la violencia ha frenado a varios movimientos políticos locales que antes tenían fuerza en sus cantones. Además de los partidos nacionales, en esta provincia existen 20 movimientos locales.
Muchas de esas organizaciones apenas sobreviven entre reuniones reservadas, sedes cerradas y militancias silenciadas. La inseguridad ha detenido el ritmo.
Desde 2023, los ataques contra líderes políticos han sido constantes.
Una noche, antes de las elecciones de febrero de ese año, fue asesinado Omar Menéndez, candidato a la alcaldía de Puerto López. Ocho meses después, en octubre, mataron en su casa a Pedro Soledispa, presidente de la Junta Parroquial de Salango.
Ambos pertenecían a la Revolución Ciudadana (RC5), movimiento que en marzo de 2024 también perdió a Brigitte García, alcaldesa de San Vicente, asesinada junto a su director de comunicación.
El 2 de julio de 2024, fue asesinado josé Miguel Mendoza, excandidato a la alcaldía de Portoviejo por el movimiento Gente Nueva.
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Otros casos
En febrero de 2025, la víctima fue René Zamora, jefe político del gobierno en Olmedo y excandidato por Unidad Primero. Un mes más tarde, murió Narciso Saldarriaga, exconcejal de Chone y delegado electoral de adn en la zona norte.
A esta lista se suma la desaparición de Byron Joza, secuestrado hace un año y nueve meses. Él aspiraba ser alcalde de Portoviejo por el movimiento Caminantes. Hasta hoy no se conoce su paradero.
Pese a este escenario, algunas organizaciones intentan activarse. El movimiento Mejor Ciudad —con el que Agustín Intriago ganó dos veces la alcaldía de Manta— retoma sus actividades tras dos años de su asesinato. Convocaron para este 16 de agosto a elecciones internas.
Mientras que el Movimiento Caminantes, que cuenta con 8 000 adherentes, aún no tiene sede abierta al público, pero realiza encuentros itinerantes como forma de continuar con la formación política de sus integrantes.
Para el analista político Héctor Farfán, la situación ha generado un efecto inhibidor. La gente prefiere mantenerse al margen y los pocos que consideran postularse lo hacen con cautela. “Ser candidato político ahora, en Manabí, es de alto riesgo, la gente lo piensa dos veces, lo piensa dos veces para entrar a una candidatura”.
Así, la violencia en Manabí ha silenciado liderazgos y frenado el relevo generacional de figuras políticas.
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— Ecuavisa Noticias (@EcuavisaInforma) August 12, 2025
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