Militares sueldan puertas y sellan orificios en pabellones de la Penitenciaría del Litoral
En 2025, los soldados han reparado seis de los doce pabellones. El SNAI pone el material y las Fuerzas Armadas asignan personal técnico.
Las Fuerzas Armadas intensificaron los trabajos de reparación y refuerzo de seguridad en el pabellón 5 de la Penitenciaría del Litoral, también conocida como el Centro de Rehabilitación Social de Varones Número 1 de Guayaquil.
Este centro carcelario, el más grande y antiguo del país, ha sido escenario de enfrentamientos violentos entre bandas delictivas que disputan el control interno. La intervención militar forma parte de una estrategia urgente para recuperar el dominio del Estado sobre este espacio, históricamente golpeado por la corrupción y la violencia.
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Militares fuertemente armados, con sus rostros cubiertos, ingresaron al pabellón para continuar con la reparación de celdas y estructuras clave. Su labor incluye la soldadura de puertas metálicas, la instalación de mallas para impedir la manipulación de candados y el sellado de orificios en las paredes usados anteriormente para disparar armas de fuego. Estas acciones buscan limitar los espacios que las mafias carcelarias utilizan para ocultar armamento y facilitar enfrentamientos.
Hace dos semanas, el grupo criminal Los Tiguerones fue reubicado para permitir la entrada del personal técnico y de seguridad. En ese proceso, los militares han logrado intervenir 6 de los 12 pabellones del centro. Mientras el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad (SNAI) proporciona los materiales, las Fuerzas Armadas se encargan de la ejecución de los trabajos.
Una vez finalizadas las reparaciones, el pabellón 5 será ocupado nuevamente por otro grupo de reclusos, posiblemente también vinculados a estructuras criminales.
Dentro de las paredes intervenidas, los uniformados han encontrado un amplio arsenal escondido: granadas, fusiles, municiones y celulares. Estos hallazgos evidencian el alto nivel de organización de las bandas que operan desde el interior de la cárcel y la necesidad urgente de implementar mejores sistemas de control.
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Pese al esfuerzo de las autoridades, la falta de tecnología sigue siendo una de las principales limitaciones para combatir el crimen dentro del centro penitenciario. No hay escáneres suficientes, cámaras operativas ni sistemas modernos de control, lo que dificulta el monitoreo constante y eficaz de los pabellones. Además, el hacinamiento agrava la situación: aunque la prisión fue diseñada para 5 000 personas, actualmente alberga a más de 7 100.
La Penitenciaría del Litoral, inaugurada en 1958, refleja las múltiples crisis del sistema penitenciario ecuatoriano. En muchas celdas conviven hasta 12 reclusos en espacios con apenas cuatro camas. En este escenario, las autoridades intentan avanzar en una recuperación gradual del control, aunque enfrentan un complejo panorama donde las bandas siguen ejerciendo influencia incluso desde el encierro.
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