07 feb 2024 , 14:32

Cárcel de Cotopaxi: los cabecillas de las mafias asignaban las celdas a los presos, ignorando los órdenes judiciales

La intervención militar en la cárcel de Cotopaxi pone en evidencia cómo las mafias mandaban en ese penal.

Bajo control militar, la cárcel de Cotopaxi experimenta rvarias reubicaciones de presos. Un equipo de Televistazo grabó el momento en el que reos, quienes estaban en el área transitoria, y fueron trasladados a pabellones de mínima seguridad.

Estos movimientos se realizan desde el 14 de enero, cuando las Fuerzas Armadas comenzaron la actual intervención. Ese día descubrieron que ninguno de los detenidos estaba en el área o pabellón, al que fue asignado por la justicia y lo que es peor: no existe ningún documento que respalde estos cambios a dedo.

"A los que la justicia les indicó que están en media seguridad estaban en mínima, los de mínima en máxima, y los de máxima estaban en cualquier otra", comentó uno de los militares presentes.

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En esta prisión hay 4 300 presos, 855 de ellos son los más peligrosos y paradójicamente ellos estaban en los pabellones de mínima peligrosidad: con espacios más grandes. La conclusión de los investigadores militares corrobora lo que por años fue un secreto a voces: que las mafias estaban al mando.

"La cárcel era de los PPL. Entonces ellos decidían donde ubicarse y donde les convenía, ya sea porque tenían cerca las galleras", señaló el mismo militar.

El poder de los cabecillas era tan grande que desalojaron a los guías penitenciarios de las 22 áreas de control y ahí construyeron sus celdas que también eran su centro de operación criminal.

El militar añadió que "los pabellones se dividen en tres pisos. En el primero estaban los peones y en el último estaban los líderes o cabecillas".

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Con el tiempo, el caos se agudizó porque los presos destruían los sistemas tecnológicos con los que la cárcel contaba cuando fue inaugurada: escáneres especializados para detectar objetos prohibidos en ropa, cuerpo, maletas y hasta carros. Son en total 20 equipos, todos dañados, hasta los cables.

El sistema para identificar las huellas digitales tampoco funciona y el circuito de videovigilancia no puede usarse porque las cámaras fueron sustraídas.

Los militares explican que el SNAI, su personal administrativo y los guías penitenciarios no tenían ningún control. Esta cárcel no tiene agua potable y el sistema de alcantarillado colapsó hace varios años. Los presos también habían destruido los reflectores, focos y cables de energía eléctrica; por eso en el 80 % en la cárcel no hay luz

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