34 cuevas y cavernas encantan a los visitantes del geoparque Napo Sumaco
En el bosque también se encuentran petroglifos tallados sobre granito y una gran cantidad de aves, peces y anfibios.
Está rodeado por la selva espesa y la bruma que desciende desde la cordillera oriental: el volcán Sumaco domina el paisaje de uno de los territorios geológicos más diversos del país: el Geoparque Napo Sumaco, que abarca 180 mil hectáreas entre los cantones Tena y Archidona y enlaza la Amazonía con los Andes.
Explorarlo requiere combinar trayectos en vehículo con largas caminatas. El ingreso principal está en la comunidad de Pacto Sumaco. Allí, en las faldas del volcán, hace 17 grados y se forma una laguna de aguas ácidas y cristalinas, teñidas de verde por algas y musgos.
El geoparque está asentado en la cuenca del río Napo y está atravesado por al menos 10 subafluentes, como el Misahuallí, el Jatunyacu y el Hollín, que alimentan quebradas y sostienen sistemas subterráneos.
Avanzando por el sendero, dominado por árboles de guarumo y killi, aparece una cascada de 16 metros. El entorno está rodeado por una muralla de roca volcánica que, según estudios de la Universidad Regional Amazónica Ikiam, se formó hace más de 170 millones de años.
Sus paredes forman el gran cañón que acompaña al río Hollín a lo largo de 18 kilómetros. En sus aguas hay guachalás y sardinas silvestres que alimentan a las comunidades de la zona.
600 especies de aves habitan en esta zona
En sus riberas, una boa constrictor se desliza con lentitud y reposa bajo el sol, mientras el sendero se estrecha entre peñas oscuras y húmedas de cuyas paredes brotan hilos de agua.
En este ecosistema tropical resuena el canto agudo de una parvada de pericos ojiblanco y entre las ramas de los árboles de yutzo se escucha el chillido de una chachalaca de plumaje marrón grisáceo, que busca semillas de payatsí. Se han identificado al menos 600 especies de aves.
A cinco kilómetros, en pungarayacu, el suelo cambia. Un sendero de areniscas atraviesa dos hectáreas y media donde hay restos de petróleo extrapesado, evidencia de los procesos geológicos que ocurren bajo tierra.
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En El Churo, a 13 kilómetros que se recorren en auto, comienza una caminata por trochas fangosas donde sobresalen capas de tierra de hasta 35 metros de alto. Se conservan fósiles marinos como conchas, caracoles y peces.
En los tramos más húmedos, las mariposas azufre albaricoque se posan sobre el barro para extraer minerales.
Las cuevas de Jumandy son las más representativas
El sendero desciende entre formaciones rocosas. Se han identificado nueve formaciones, entre ellas la habitahua, la más antigua, y la tituyacu, compuesta por rocas sedimentarias asentadas entre los cerros chiuta, pucahurco y las laderas del Misahuallí. Por esta diversidad de procesos geológicos, este año el geoparque Napo Sumaco fue reconocido por la Unesco como geoparque mundial.
Aquí el agua también ha moldeado el subsuelo. La erosión de las rocas calizas ha dado lugar a un sistema de 34 cuevas y cavernas con profundidades que oscilan entre 5 y 40 metros. Algunas, como las de Jumandy, alcanzan hasta tres kilómetros y en ellas habitan colonias de murciélagos.
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En la comunidad de Mondayacu, un sendero cubierto de raíces descubre árboles de guabilla, matapalo, laurel, batea y canelo negro. En apenas 18 hectáreas se han identificado 300 especies de árboles.
Entre el follaje, bromelias rojas con filamentos verdes se abren en forma de roseta. Sus hojas recogen agua de lluvia y sirven de refugio para especies como la rana ladrón.
En este sector hay otra caverna: la matiri, donde cohabitan la araña escorpión y el murciélago pescador, ambos depredadores de insectos.
Aquí, el goteo constante del agua continúa esculpiendo estalactitas y estalagmitas.
Petroglifos tallados sobre granito
De vuelta a la superficie, casi al final del sendero de Mondayacu, sobre un tramo rocoso del bosque hay petroglifos tallados sobre granito. Las figuras muestran símbolos como el yachak, el sol y la luna, elementos que forman parte de la cosmovisión de los pueblos omaguas.
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Alrededor del geoparque Napo Sumaco habitan 64 comunidades indígenas; clave en su conservación. 22 guías locales, capacitados en geología y espeleología, se encargan desde hace una década de custodiarlo.
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