20 may 2025 , 13:09

La producción agrícola disminuyó en un 8 % en cuatro provincias debido a la migración

Los jóvenes se desplazan a otras ciudades o al exterior ante la falta de oportunidades para trabajar o mejorar su calidad de vida.

   

La gente se está yendo del campo y el abandono es visible hasta en las cifras: su producción ha disminuido en un 8% por la migración. Apenas 6 de cada 100 agricultores tiene entre 24 y 35 años de edad.

El 31% de agricultores es de la tercera edad, según las estadísticas del Ministerio de Agricultura. Tungurahua, Cotopaxi, Chimborazo y Caña, son las provincias más afectadas.

En la parroquia Guangaje del cantón Pujilí, es como que la vida se puso en pausa. Hay casas abandonadas, calles vacías en donde los adultos mayores ahora son protagonistas.

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El último censo reveló que en Guangaje hay 4 113 habitantes, 3 913 menos que hace 10 años. Según la Junta Parroquial, el 70% de jóvenes abandó el campo por la falta de oportunidades.

Ahora, buscan fuentes de empleo en Pujilí, a 36 kilómetros, o tratan de viajar ilegalmente a Estados Unidos.

500 hectáreas eran productivas hace 10 años, en Guangaje hoy solo 30. Adultos mayores cultivan papas, habas, mellocos, cebada y chocho. Lo hacen para vender en las ferias locales. Trabajan con gran esfuerzo en esta zona a 3 200 metros sobre el nivel del mar, combaten el frío, ellas cubren las piernas con chalinas por el intenso frío y el rostro con bufandas y sombreros.

En Cañar, el abandono del campo repercutió más en la emigración, Domay y Borma son dos comunidades del cantón Déleg donde el 75% de sus habitantes, especialmente jóvenes, partieron al terminar el bachillerato. Han viajado a Estados Unidos, España e Italia.

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Las pocas personas que quedan en estas comunidades se dedican a la agricultura para sustentar su día a día.

En Borma, la escuela 10 de agosto cerró sus aulas hace 10 años por falta de niños, su infraestructura está deteriorada. Y hay casas donde la maleza ha empezado a ganar espacio.

Sus calles causan la impresión de pueblos fantasmas y hasta rótulos de venta de viviendas lucen deteriorados. Juan Quinteros, de 61 años, vivió en Estados Unidos durante 20 años, regresó hace 10, ahora cría animales domésticos y los fines de semana se dedica a la construcción, la agricultura y la venta de comida, de cocina aprendió en Estados Unidos.

En estas dos comunidades vivían unas ciento cincuenta familias, ahora queda menos del 25% de su población. Todos se han ido porque el campo ya no da.

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