Cotopaxi: La cascada de fuego sorprende a los visitantes con su imponente caída de agua y paisajes que impresionan
Este es un sitio poco explorado de Ecuador, donde el entorno conserva en su estado original.
Si se busca un destino diferente, en el que envuelva la naturaleza, los paisajes deleiten al visitante y lo recargue de energía, la elección es la Cascada de Fuego. La ruta empieza en el norte de Quito con sus modernas edificaciones.
Desde ahí rumbo sur - oeste se baja al Valle de los Chillos y después de atravesarlo, hay que afrontar el reto de subir hasta el Pedregal del Cotopaxi desde Selva Alegre.
Son 15 kilómetros por delante. Los primeros son de adoquín, luego se pasa al asfalto, a la piedra y finalmente a la tierra.
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Pequeños barrios se asientan en las productivas tierras ganaderas alimentadas por los deshielos del Cotopaxi y del Sincholagua. Sin pensar se pasa junto al Pasochoa, por detrás del Rumiñahui y ahí, entre decenas de caídas de agua, destaca esta.
La Cascada de Fuego, una caída de 40 metros encadenada a otra más pequeña, el estruendo del agua golpeando contra el lecho de piedra, el contraste del manto blanco atravesando el vacío, y la cortina de gotas que baña a los visitantes más audaces hacen sin par al paisaje, y otra particularidad del lugar es que tras una breve caminata se llega a la parte alta, un balcón con una perspectiva distinta del paisaje.
Sin duda un lugar mágico que aún guarda remanente del bosque primario, mantiene intocado el cause del río y transmite su energía, tanto que es el sitio escogido para una ceremonia de purificación que se hace una vez al año.
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Es otro de los lugares escondidos que entrega un paisaje irrepetible, uno de los rincones celosamente guardados a los que, llegar por las rutas del Ecuador, es parte de la magia.
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