30 oct 2025 , 08:08

Colada morada: una tradición ancestral que saborea la memoria del Ecuador

Una vez al año, el país se llena del aroma de ishpingo, canela y mortiño, en una costumbre que mezcla raíces prehispánicas y mestizas.

   

Ese vapor espeso que se eleva de una olla que hierve... ese perfume dulce de ishpingo, canela, mortiño y clavo de olor... solo puede significar una cosa: llegó la época de la colada morada. Una bebida que no solo se prepara: se recuerda, se comparte, se siente. Una tradición que ha trascendido generaciones, muy arraigada en Ecuador cada Día de los Difuntos, como homenaje a quienes ya no están, pero siguen presentes en la memoria.

Su origen se remonta a los pueblos andinos prehispánicos, que elaboraban una bebida ritual con maíz negro fermentado para honrar a sus muertos y agradecer las cosechas. Era un acto sagrado, parte de ceremonias dedicadas a la fertilidad de la tierra y al eterno ciclo de la vida y la muerte.

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Con la llegada de los españoles, en el siglo XVI, esa costumbre ancestral se transformó. El mestizaje cambió los ingredientes, pero no el espíritu: se incorporaron el trigo, el azúcar, la canela y el clavo de olor, dando vida a una bebida mestiza, símbolo del encuentro —y también del contraste— entre dos mundos.

En ese proceso nació su inseparable compañera: la guagua de pan, moldeada con ternura en forma de niño, que reemplazó las antiguas ofrendas de zapallo que los pueblos originarios ofrecían a sus ancestros.

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Hoy, la colada morada sigue viva. Combina frutas nativas y de temporada como el mortiño, la mora, la piña, la ciruela y el babaco, con maíz morado, especias y hierbas aromáticas.

Una bebida que no solo se cocina: se hereda. Sobrevive al tiempo. Y cada noviembre, nos recuerda que en Ecuador la historia también se toma... en una taza.

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