Los bomberos de Ibarra están entrenados para combatir incendios forestales de alta montaña
Los incendios en alta montaña son desafíos extremos con llamas de hasta tres metros y pendientes de 50 grados.
Los incendios forestales de alta montaña son desafíos que pocos pueden enfrentar. El fuego se eleva como un muro de tres metros, el humo espeso reduce visibilidad y el viento juega en contra cambiando de dirección en segundos.
El terreno se vuelve una prueba de resistencia: senderos estrechos, pendientes que superan los 50 grados y caminatas de hasta cuatro horas para llegar a la línea de combate donde muchas veces el altímetro sube hasta los 4 000 metros, allí el aire se vuelve escaso y el calor extremo se combina con el riesgo de árboles que se derrumban y animales que huyen de las llamas.
En esas condiciones, los bomberos avanzan en cadena, a paso firme y con machete en mano. Mientras, el sonido seco de los batefuegos retumba contra la tierra para robarle oxígeno a las llamas.
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La preparación de los bomberos es importante
El Cuerpo de Bomberos de Ibarra, en Imbabura, provincia que se caracteriza por sus bosques montañosos, sabe la importancia de la preparación física.
Por eso, sus 149 bomberos entrenan a diario y cada dos meses se trasladan a escenarios similares con la indumentaria completa, para acostumbrarse a ese esfuerzo.
Alli ejecutan maniobras como identificar y abrir una línea de defensa con machetes o motosierras para controlar el paso del fuego. Usar estratégicamente los batefuegos y enfriar el terreno, cuando tanqueros se pueden acercar al siniestro
“El primer desafío es con uno mismo, porque todo incendio forestal, como sabemos, es desconocido para los bomberos. Nos vamos a enfrentar a la naturaleza y como la naturaleza es impredecible, por lo tanto, nos enfrentamos con nosotros mismos”, indica Luis Ponce, miembro de la brigada de refuerzo de incendios forestales.
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También practican natación para fortalecer su capacidad pulmonar. Y cada dos años rinden pruebas físicas para medir su nivel de preparación.
Además, 23 de ellos forman la brigada de refuerzo de incendios forestales, capacitada para mantener autosuficiencia durante cuatro días enteros en la montaña. Cada integrante cumple roles definidos: comando de incidentes, líderes de cuadrilla, enlaces y combatientes.
Su trabajo se respalda en tecnología: drones para monitoreo, radios para sostener la cadena de mando y sopladoras que barren puntos calientes.
Tienen tres certificaciones del servicio forestal de Estados Unidos, que los acredita como bomberos para trabajo arduo, el nivel más alto de preparación.
Allí aprendieron a usar el contrafuego como técnica de contención, a leer el viento y la humedad como variables críticas en la decisión de ataque.
La preparación hace la diferencia. Y llegó septiembre, el mes duro para ellos. Mañana volverán a entrenar entre llamas y humo, porque en la alta montaña la victoria se construye mucho antes de llegar al fuego.
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