Pietro Parolin, el secretario de Estado del Vaticano que podría suceder a Francisco

Pietro Parolin, cardenal italiano de 70 años y figura clave del Vaticano durante el pontificado de Francisco, se perfila como uno de los principales candidatos para convertirse en el nuevo Papa. Su experiencia diplomática y su postura moderada lo posicionan como un potencial puente para sanar divisiones dentro de la Iglesia.

Durante casi todo el pontificado de Francisco, Parolin ejerció como secretario de Estado, el segundo cargo más importante en la jerarquía vaticana, desde donde lideró negociaciones clave con gobiernos como los de China y Vietnam. También estuvo involucrado en procesos decisivos en América Latina: participó en el restablecimiento de relaciones entre el Vaticano y México, fue nuncio en Venezuela y jugó un rol central en la mediación entre Estados Unidos y Cuba en 2014.

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A pesar de su peso diplomático, Parolin “nunca ha tenido responsabilidades pastorales y ha tomado pocas posiciones en asuntos de la sociedad”, señaló la misma fuente, y añadió: “Ha permanecido en un papel muy institucional”.

Conocido por su carácter cauto y su tono medido en público, Parolin contrasta con el estilo directo y franco del papa Francisco. No obstante, ha expresado opiniones firmes sobre temas sensibles: ha dicho que el celibato sacerdotal no es un dogma, sino un “regalo de Dios a la Iglesia”, y rechazó la vinculación entre homosexualidad y violencia sexual como “grave e indefendible científicamente”. También ha denunciado el aborto y la gestación subrogada como violaciones graves de la dignidad humana, y criticado la idea de que el género pueda diferir del sexo.

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Nacido el 17 de enero de 1955, cerca de Venecia, en una familia profundamente católica, Parolin perdió a su padre a los 10 años y entró al seminario cuatro años después. Se ordenó sacerdote a los 25 años y se especializó en Derecho Canónico y Diplomacia en Roma, ingresando al servicio exterior de la Santa Sede en 1986. Desde entonces, ha trabajado en distintas regiones del mundo, incluyendo América Latina. Habla español, inglés y francés, además de italiano.

En México, participó en las negociaciones que llevaron al restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1992, tras más de un siglo de ruptura.

Años después, fue enviado como embajador a Venezuela, en 2009, donde el entonces presidente Hugo Chávez lo recibió con una frase particular: “Si usted conoce a un buen exorcista, llámelo”, dijo, pidiendo “un exorcismo en la sede de la Nunciatura” tras acusaciones contra el anterior representante del Vaticano.

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El cardenal también tuvo un papel protagónico en el histórico acuerdo de 2018 entre la Santa Sede y el gobierno chino sobre el nombramiento de obispos, que buscó superar décadas de tensiones.

Aunque ha sido criticado por sectores conservadores, sobre todo en Estados Unidos, que lo acusan de haber cedido ante el régimen comunista, Parolin defiende el acuerdo como un paso hacia una mayor unidad de la Iglesia en China. Su objetivo es replicar un acuerdo similar con Vietnam.

A pocos días del inicio del cónclave, Parolin representa una opción de continuidad institucional, pero con la capacidad de tender puentes en un momento decisivo para el futuro del catolicismo.