12 mar 2013 , 12:36

Francisco Robles Ortega, el papable mexicano crítico del narcotráfico

   
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El cardenal mexicano, Francisco Robles Ortega, es otro de los latinos que aparece en la lista de papables. Es conocido por ser duro crítico del narcotráfico y la violencia en su país, y por su experiencia en el diálogo entre religiones.

 

Robles nació en el municipio de Mascota, estado de Jalisco, el 2 de marzo de 1949, como el tercero de 16 hijos. Estudió humanidades en el Seminario Menor de Autlán, filosofía en el Seminario de Guadalajara y teología en el Seminario de Zamora. 

 

Estuvo entre los primeros en defender la decisión del ahora papa emérito Benedicto XVI, tan pronto como se conoció su renuncia. Y no tuvo problema en convocar a una rueda de prensa para dejar clara su postura: “el que ama al poder, se aferra, el no ama, es un trabajador humilde y nos está dando la prueba. Bendigo al señor por darnos un Papa así”.

 

A lo largo de su carrera sacerdotal se ha desempeñado como vicario en la parroquia de Santa María de Guadalupe en Autlán y prefecto de estudios y de disciplina del Seminario Menor de Autlán (1979-1980), capellán de religiosas (1979), director espiritual en el Seminario Menor de Autlán (1980), rector del Seminario de Autlán (1980-1985), consultor diocesano y presidente del consejo presbiteral, miembro de la Comisión para la Formación Permanente del Clero y de la Comisión Diocesana para la Doctrina de la Fe. 

 

Igualmente ha sido vicario general de la diócesis de Autlán (1985-1991) y promotor diocesano para el Arte Sacro (1987), Asistente de la Comisión Diocesana para los Asuntos Económicos (1988) y profesor de Filosofía y Teología en el Seminario de Autlán.

 

Tras la muerte del obispo Maclovio Vázquez Silos en 1990, fue nombrado administrador diocesano.

 

El fallecido papa Juan Pablo II lo designó obispo titular de Bossa y auxiliar de Toluca el 30 de abril de 1991. En esta década también fue administrador y vicepresidente del Sínodo Diocesano.

 

En 1996 fue designado obispo de Toluca. Un año más tarde fue uno de los 12 elegidos por el Episcopado Mexicano para participar en la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América, celebrada a finales de 1997 en el Vaticano. Y en enero de 2003 Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Monterrey y fungió como presidente de la Comisión Episcopal para Vocaciones y Ministerios Pro Colegio Mexicano por dos Trienios, de 2004 a 2009.

 

El ahora papa emérito Benedicto XVI lo designó arzobispo de Guadalajara a finales de 2011, y desde noviembre del año pasado se desempeña como presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

 

El cardenal ha sido un duro crítico de la violencia generada en su país por el narcotráfico, y a pesar de esto, es uno de los pocos personajes públicos mexicanos que no tiene guardaespaldas. Él asegura que no teme por su vida: “Ante una situación así, no seamos presa de la desesperación o el miedo, confiemos en la providencia de Dios”.

 

Conocido por un hombre de gustos sencillos, este sacerdote juega fútbol y conduce su propio auto. El único punto en su contra es ser menos conocido e influyente en la curia romana que otros cardenales considerados papables.

 

Fuente: EFE.

 

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