Chile entra a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales

Se aproxima la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y el país vive un momento decisivo para el futuro de Chile. Este domingo 14, más de 15,7 millones de ciudadanos están llamados a elegir al sucesor del presidente Gabriel Boric, en un proceso marcado por el escaso ambiente electoral, poca propaganda en las calles y una ciudadanía más pendiente de las festividades de fin de año que de las urnas. Aun así, el resultado definirá el rumbo político en un contexto de fragmentación parlamentaria y tensiones sociales latentes.

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Jeannette Jara, exministra de Trabajo y candidata de una amplia coalición progresista que va desde el Partido Comunista hasta la Democracia Cristiana, enfrenta el desafío de revertir pronósticos desfavorables. Aunque ganó la primera vuelta con el 26,9 % de los votos, analistas coinciden en que su margen de crecimiento es limitado debido a la impopularidad del actual Gobierno y a que la mayoría de los votos restantes provienen de sectores de derecha. Jara ha defendido su gestión en políticas emblemáticas como el aumento del salario mínimo, la reforma de pensiones y la reducción de la jornada laboral a 40 horas, y ha llamado a evitar el voto nulo o blanco, advirtiendo que “hay mucho en juego”.

José Antonio Kast, abogado ultraconservador y líder del Partido Republicano, llega a la segunda vuelta como favorito tras quedar segundo con el 23,9 % y recibir de inmediato el respaldo de la derecha tradicional y de sectores de extrema derecha, superando así el 50 % de apoyos potenciales. En esta campaña ha moderado su discurso en temas valóricos, pero ha centrado su propuesta en la seguridad, la delincuencia y la migración irregular, prometiendo medidas duras como expulsiones masivas y cárceles de máxima seguridad. Admirador de líderes conservadores internacionales y señalado por expertos como heredero del pinochetismo, Kast ha evitado profundizar en su relación con el legado de la dictadura, aunque el tema ha reaparecido en los días finales de campaña.

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Más allá de quién resulte vencedor, el próximo presidente asumirá el 11 de marzo con un Congreso dividido, donde la derecha y la ultraderecha rozan la mayoría y los votos del Partido de la Gente serán clave. La incógnita no solo es el nombre del ganador, sino también el tipo de Gobierno que se configurará en un escenario político complejo, en el que la gobernabilidad dependerá del diálogo y de la capacidad de construir acuerdos.