La tragedia de Mathías Acuña: un llamado a la salud mental de los futbolistas
El suicidio de Mathias Acuña nos obliga a mirar más allá del rendimiento en el fútbol y abre una reflexión sobre el accionar de cada uno en las redes sociales.
-
Mathías Acuña, jugador de Mushuc Runa, en una imagen de archivo.
El suicidio de Mathías Acuña, delantero uruguayo del Mushuc Runa, sacudió al fútbol ecuatoriano y aumentó las alarmas sobre la salud mental en el deporte. Este hecho no solo deja un vacío en la cancha, sino que abre una reflexión profunda sobre las presiones y tormentos que enfrentan los deportistas.
Acuña, de 34 años, vivía un momento complicado. A pesar de ser una figura clave en su club, sus problemas personales, las acusaciones de violencia de género en su país y el uso de un grillete electrónico lo colocaron en el ojo público bajo una luz devastadora.
Acuña había llegado a Ecuador, concretamente a la ciudad de Ambato, el 3 de enero pasado para reincorporarse al Mushuc Runa, pero al día siguiente fue hallado sin vida, suspendido con una sábana en un armario de su habitación de hotel.
ATAQUES EN REDES SOCIALES
Según el presidente de la Liga Pro, Miguel Ángel Loor, el futbolista sufriría ataques en redes sociales, algo que agravó su situación emocional. "Muchas veces no sabemos los tormentos que vive cada uno", dijo Loor, quien lamentó la pérdida y anunció una futura campaña de concienciación sobre salud mental en el fútbol.
El 23 de diciembre pasado, Acuña fue acusado por su expareja por presunto maltrato físico y psicológico. Tras la acusación y mientras se cumplía la investigación, el futbolista debió usar un grillete electrónico.
Él explicó por qué: "Lo hacen como medida cautelar, no por ser culpable. En este país las leyes son así: Te ponen la tobillera (dispositivo de rastreo) por todo lo que sucedió anteriormente en otros casos y para que ellos (los servidores judiciales) tengan un control; pero repito, no por ser culpable".
El futbolista dijo que la tobillera electrónica le había dado "tranquilidad", porque su exapareja ya no podría inventarse un eventual acercamiento ilegal, y porque le había servido para "terminar esta relación tóxica de años".
"Estoy tranquilo, rodeado de los míos que me conocen y saben que nunca violenté a nadie. Tengo dos hijas mujeres y quiero que las respeten y cuiden como deben, nací de una mujer, no tengo nada más que decir", había dicho Acuña antes de regresar a Ecuador para reincorporarse al Mushuc Runa, equipo con el que había jugado desde mediados de 2022.
En una entrevista grabada el 15 de octubre de 2024 para el programa Esto No Es Periodismo, Acuña reveló el impacto emocional que sentía por la distancia de sus hijos. “Mis hijos están en Uruguay, así que te podrás imaginar el dolor, lo que cuesta, perderte los cumpleaños, las actividades de la escuela. Se sufre”, confesó.
UN LLAMADO URGENTE POR LA SALUD MENTAL
El caso de Acuña no es aislado. Los deportistas de alto rendimiento se enfrentan a un cóctel de presiones: el rendimiento en el campo, las expectativas de la afición, la exposición pública y, en muchos casos, problemas personales que se amplifican bajo la lupa de las redes sociales. Sin embargo, la salud mental sigue siendo un tema secundario en la mayoría de los clubes y federaciones deportivas.
Loor tiene razón al señalar que, aunque las campañas generales son importantes, el esfuerzo más efectivo debe provenir de los clubes, que conviven día a día con los jugadores. Aquí surge una pregunta clave: ¿Qué tanto se preocupan los equipos por el bienestar integral de sus futbolistas, más allá de su rendimiento en la cancha?
EL LINCHAMIENTO PÚBLICO
El acoso en redes sociales es un fenómeno que, lamentablemente, ha cobrado fuerza en el ámbito deportivo. En el caso de Acuña, las acusaciones de violencia de género desataron una ola de ataques virtuales, tanto en Uruguay como en Ecuador. Aunque no podemos justificar sus posibles actos, tampoco es válido convertir las redes en tribunales de condena inmediata.
El linchamiento público es un problema que las plataformas digitales y las instituciones deportivas deben abordar con urgencia. Los insultos, amenazas y señalamientos constantes no solo dañan la reputación de las personas, sino que también afectan gravemente su salud mental.
Incluso, hay periodistas -hombres y mujeres- que se precian de ser "estrategas de comunicación", pero que al primer argumento contrario a sus reflexiones responden con insultos y agravios. Cuando actúan así, lo hacen en demérito de su profesión.
La muerte de Mathías Acuña debe ser un punto de inflexión para el fútbol ecuatoriano y mundial. La Liga Pro, los clubes y los jugadores tienen la oportunidad y la responsabilidad de hacer un llamado de atención sobre la importancia de la salud mental.
Es crucial implementar equipos interdisciplinarios de psicólogos, asistentes sociales y entrenadores capacitados para abordar el bienestar integral de los futbolistas.
Además, la educación y sensibilización de la afición son fundamentales. La violencia en redes sociales no es un "precio" que los jugadores deben pagar por su fama; es un problema sistémico que afecta a todos.
Que su partida no sea en vano. Que esto nos invite a cuestionar el sistema y a construir un fútbol más humano, donde la salud mental no sea un lujo, sino una prioridad.
Recomendadas