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Marco Rubio y Daniel Noboa en Carondelet.( )
Han pasado pocas horas de la reunión entre el presidente Daniel Noboa y el secretario de Estado, Marco Rubio y quizás valga hacer un breve balance de la jornada.
1.- Es simbólico que el hombre fuerte de la diplomacia estadounidense y, por decir lo menos, el hispanoamericano políticamente más poderoso del mundo aterrice en Ecuador y dé un mensaje de apoyo. Eso, para el gobierno de Noboa, constituye un logro enorme, tomando en cuenta la siempre débil agenda exterior, más aún en estos tiempos.
2.- EE.UU. no necesitó hacer mayores ni onerosas concesiones al Ecuador. Bastó con visitarlo y dar un mensaje de apoyo a su política de seguridad. Seguramente, Rubio cree que declarando como organizaciones terroristas a Los Lobos y Los Choneros el país se va a sentir alentado. Pero no, la ayuda y los compromisos que se esperaban pudieron ser mayores. Los casi 20 millones de dólares comprometidos (13,5 millones para actividades contra el narcotráfico y seis millones para drones) no son un gran monto comparado con los cientos y miles de millones de dólares que Colombia se acostumbró a recibir en los años de la guerra de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe.
Está por verse cómo se articularía la cooperación en seguridad, desde temas de cruce de información en inteligencia, como lo aseveró Rubio, hasta posibles operaciones conjuntas, como señaló Noboa en una entrevista con Univisión. Si Ecuador se asume como el gran aliado andino, las evidencias no consolidan esa proyección.
3.- Las aspiraciones comerciales siguen tristemente intactas. Quizá valga tomar la palabra a Rubio al asegurar que habrá un acuerdo comercial con Ecuador que, como dijo, podría pasar de una rebaja arancelaria a mirar en redondo toda la importancia de ese intercambio de mercados para los dos países. Sin embargo, Rubio no dijo nada sobre qué ocurrirá con el pretendido alivio de los aranceles que hoy son del 15%, más altos que los aplicados a la Colombia de Gustavo Petro. Tampoco se sabe si esa revisión se dará mientras a futuro se destraban las leyes que permitan a Ecuador negociar una suerte de TLC. La verdad, aquí no hay elementos que prendan la euforia.
4.- Una vez terminado el encuentro, el gobierno de Noboa debe volver a la rutina: pelear contra el crimen organizado con las herramientas y los fondos que tiene, tratando de mejorar su doctrina y estrategia integral, algo que no se vislumbra, a pesar de que Carondelet habla ya de una nueva guerra cuando no se sabe en qué momento, la iniciada en enero de 2024 terminó o evolucionó, para bien o para mal. Esa suerte de baño de realismo obliga a que la sociedad compruebe que más allá del válido apoyo estadounidense, la salida de la crisis no dependerá en gran medida de lo que haga ese país. La diplomacia de EE.UU. está en otros lares: tal vez algo le interese, Venezuela... y su petróleo.
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