Correa ya no es el pretexto

La victoria contundente del No, en la consulta del domingo, es un poderoso mensaje a todo ese segmento de la población que se acostumbró a interpretar la política, únicamente, desde la disputa con el correísmo.

Ese sector que ha sido capaz de justificar cualquier error cometido por el gobierno, con tal de que Rafael Correa no regrese... Una idea peregrina por cierto... Fue una estrategia cómoda, desfasada y totalmente perjudicial para el propio Daniel Noboa, que creyó que portando la coraza del anticorreísmo más radical podía avanzar sin que su gestión fuera motivo de críticas.

Las observaciones y reclamos a su gestión deben seguir vedados, sin espacio para pensar la política nacional y sus desafíos inmediatos por fuera de esta caja que se volvió absurda.

Estrategia desfasada porque el propio Noboa, en su triunfo de 2023 y su reelección en 2025, consolidó una votación suficiente como para poner el futuro de la Revolución Ciudadana en la percha y declarar a Correa figura superada. Ese clivaje, por cierto, se agotó con la pelea inicial y sin cuartel que Lenín Moreno dio desde 2017 y por la cual Guillermo Lasso, a punto de ser triturado, apretó el botón de la muerte cruzada.

La segunda vuelta de abril fue la victoria final de este ciclo, que Noboa y sus seguidores debieron cerrar, para entender que los enromes desafíos del país estaban ya, por otro lado: empleo, seguridad y bienestar.

Estrategia perjudicial porque en el afán de mantener vivo al enemigo, hubo muy pocos sectores que se arriesgaron a decirle sus errores y reclamarle una gestión más eficiente de los servicios y recursos públicos, así como una total transparencia en la gestión del poder, enmarcado en los valores democráticos y el consenso.

Lastimosamente, toda esa corriente afín al Presidente que ha buscado justificar cada uno de sus pasos y tropiezos, aceleró el desgaste que hoy es complejo de administrar si no se toman correctivos inmediatos, que pasan por replantear completamente al gabinete; expresar una estrategia de comunicación clara y coherente; y ahora que no habrá elecciones, al menos durante el próximo año, enfocar los esfuerzos del Régimen en mejorar una gestión que trascienda los bonos.

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La amplia votación del No expresa además un nuevo escenario político donde una población importante de electores se aterró con que el futuro del país quedara en manos de un bipartidismo entre Noboa y Correa que los obligue a pactar sobre temas no tan santos, como la impunidad.

Es muy peligroso que los tres años y medio que tiene por delante, el Gobierno no tome nota de lo verdaderamente importante en su misión de administrar el país y que sus seguidores, por poner a Correa siempre como el pretexto, terminen acercándolo demasiado a él y a sus distorsiones.