El seleccionador Sebastián Beccacece está en Estados Unidos viendo talentos ya probados, en lugar de estar buscando en Ecuador al delantero que tanta falta le hace a la Tricolor.
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Sebastián Beccacece durante el Mundial de Clubes 2025.
La Federación Ecuatoriana de Fútbol publicó con orgullo que Sebastián Beccacece y su equipo técnico están "siguiendo de cerca a nuestros representantes en el Mundial de Clubes FIFA 2025". Lo hacen, dicen, porque "la Tri se construye con visión, trabajo y cercanía". Pero lo que realmente transmiten es desconexión, comodidad y una preocupante ceguera.
¿Qué aporta ver desde una suite en Los Ángeles a Willian Pacho, campeón reciente de la Champions League? ¿Qué más necesita confirmar de Moisés Caicedo, uno de los volantes más consolidados del fútbol europeo?
¿Va a decirnos que defendieron bien, que recuperaron balones, que compiten al más alto nivel? Eso ya lo sabemos. Lo ve hasta quien solo consume resúmenes en TikTok.
Lo que Ecuador necesita es otra cosa: un delantero. Uno que esté sano, que esté activo, que esté enchufado. Pero eso no se encuentra en las vitrinas de la FIFA ni en partidos con etiqueta de élite.
El delantero que necesitamos está —quizás— en casa. En nuestra liga. En los partidos que Beccacece no ve, en los goles que no registra, en los talentos que pasan frente a sus narices mientras él prefiere cruzar el hemisferio.
Mientras el técnico argentino paseaba por Los Ángeles, en el Monumental se jugaba un Barcelona vs. Manta, donde se enfrentaron dos de los goleadores más en forma del momento: Miguel Parrales, recién fichado por los amarillos, y Jorge Valencia, figura de los atuneros.
Pero claro, como "no tenemos goleadores en grandes ligas", según palabras del propio Beccacece, entonces lo de ellos ni cuenta.
¿Hasta cuándo vamos a justificar esta indiferencia? ¿Hasta cuándo la FEF va a prestarse para esta farsa disfrazada de scouting internacional? Si Beccacece quiere hacer turismo deportivo, que lo haga con su dinero, no con el respaldo institucional de una federación que debe pensar en el país, no en alimentar egos ni relaciones públicas.
¿O acaso el problema es más profundo? ¿Será que este desinterés por mirar al fútbol local responde al conflicto entre Francisco Egas y Miguel Ángel Loor? ¿Es esa la verdadera razón por la que la LigaPro es invisible para el cuerpo técnico de la selección?
De ser cierto, eso sería una irresponsabilidad imperdonable: poner un conflicto personal por encima de la urgencia futbolística de encontrar alternativas reales en el ataque.
La clasificación al Mundial 2026 ya está asegurada, pero el trabajo no termina ahí. Faltan dos fechas en las eliminatorias que pueden determinar si Ecuador accede al Bombo 2 del sorteo, un paso clave para evitar grupos de la muerte.
Pero nada de eso servirá si llegamos con delanteros sin ritmo, lesionados o improvisados, como lo fue Kevin Rodríguez en varios partidos, o si seguimos apostando a que Enner Valencia y Leo Campana se recuperen por arte de magia.
El entrenador tiene una deuda con la posición más débil del equipo: el ataque. Y esa deuda no se salda con pasajes a Estados Unidos ni con fotos en un palco. Se paga con trabajo real, con ojos en la cancha local, con humildad para reconocer que el talento no siempre está donde brillan las luces. A menos que a Beccacece le interese más la alfombra roja que el césped.
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