El sentir popular es claro: la clasificación fue mérito de los jugadores, no del técnico. Los Pacho, Galíndez, Moisés, Piero... Ellos llevan al DT a su primer Mundial, no al revés.
- La selección de Ecuador empató con Perú en Lima y clasificó al Mundial 2026. ( )
Clasificar al Mundial debería ser motivo de celebración, pero esta vez no lo fue. No hubo banderas en las calles, caravanas de bocinazos ni abrazos entre desconocidos. Esta quinta clasificación de la selección de Ecuador se sintió como una obligación cumplida a medias, un trámite sin alma. Y el principal responsable de esa sensación amarga es Sebastián Beccacece.
Es cierto que el objetivo se cumplió aún cuando Ecuador comenzó las eliminatorias con -3 puntos, un peso que habría aplastado a otras selecciones. Pero más allá del resultado frío de la tabla de posiciones, hay una verdad incómoda: la Tri no juega bien, y no progresa.
El aporte de Beccacece es una incógnita: ¿A qué juega Ecuador ofensivamente? ¿Cuál es la identidad de este equipo? Nadie lo sabe.
En defensa, el equipo sobrevive gracias a lo que ya venía construido y por el momento brillante de sus figuras: Galíndez en Huracán, Pacho en PSG, Piero en Leverkusen, Ordóñez en Brujas, Moisés en Chelsea.
Pero de mitad de cancha hacia adelante, la Tri es un equipo sin ideas, sin automatismos, sin poder de fuego. Y eso sí es tarea del DT.
Beccacece nos queda debiendo, no ha encontrado un mecanismo claro para atacar, ni una dupla ofensiva que se complemente, ni una idea colectiva que potencie lo que tenemos.
¿Cómo se puede explicar, por ejemplo, que Nilson Angulo —que demostró nivel y siempre estuvo disponible— haya sido ignorado durante tanto tiempo mientras se probaban sparrings que no aportaron nada?
¿O que Kendry Páez, un volante ofensivo, pero sin actividad desde el año pasado, haya sido utilizado anoche como doble cinco ante Perú? ¡Una decisión que raya en la insensatez!
El equipo ha logrado su objetivo, pero lo ha hecho a pesar de su entrenador, no gracias a él.
La Conmebol felicitó a Beccacece en redes sociales y los comentarios fueron demoledores.

El sentir popular es claro: la clasificación fue mérito de los jugadores, no del técnico. Los Pacho, los Galíndez, los Moisés, los Piero... Ellos llevan al DT a su primer Mundial, no al revés.
Beccacece acabó con el espíritu festivo en torno a la Tricolor. Nos entregó una campaña numéricamente perfecta, sí, pero insípida. No es exageración decir que Ecuador clasificó, pero sin convencer, sin emocionar.
El argentino ha hablado mucho de “respeto”, pero no ha respetado el presente de los jugadores ecuatorianos. Convocó arqueros que son suplentes en sus clubes y dejó fuera a los titulares de esos mismos equipos.
Insistió en nombres como Páez, que lleva medio año sin competir; Kevin Rodríguez, que lleva dos goles en 21 partidos, ha llamado a lesionados para "tenerlos cerca" y ha renunciado a buscar delanteros más allá de Enner Valencia.
Lo han dicho leyendas como Álex Aguinaga y Carlos Tenorio: esta no es una selección bien gestionada, es una selección mal elegida y mal dirigida. Beccacece, con la anuencia de Francisco Egas, ha hecho de la Tri un club VIP, reservado para aquellos que tienen membresía, conseguida quién sabe cómo.
Egas o Beccacece: ¿Quién manda a quién en la Tri?
Y si hoy estamos en el Mundial es porque el talento de los futbolistas lo hizo posible. Pero con este nivel ofensivo, con este estancamiento, la ilusión de trascender en 2026 se siente más como un espejismo que como un objetivo alcanzable.
Queda un año para que ruede el balón en la Copa del Mundo. Y es tiempo suficiente para que Beccacece cambie o para cambiar de entrenador.
Por ahora, aún hay margen para corregir, para evolucionar, para construir una selección que proponga, que ataque, que emocione. Porque con este plantel y con seis cupos disponibles, el mérito no era clasificar, eso era una obligación para Ecuador, y al Mundial tiene que ir a volar más alto.
Pero para eso, el DT tiene que abrir su círculo y hallar soluciones. El Mundial no se gana sin goles, y la gente no se conforma con poco.
Hoy celebramos, sí. Pero también exigimos. Porque este equipo merece más. Beccacece, hasta ahora, ha quedado debiendo.
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