14 nov 2025 , 13:23

Beccacece nos conduce al caos

Ecuador acumula empates, retrocesos y un técnico sin autocrítica, mientras la FEF mira hacia otro lado. La generación más talentosa de la Tri merece más que improvisaciones y excusas.

   

Canadá jugó con uno menos desde el minuto 6. Uno menos. Y aun así Ecuador volvió a empatar. Ni un solo remate al arco. Nada. Para algunos, ese invicto de 14 partidos se sigue vendiendo como un logro; para cualquiera que vea fútbol con honestidad, es una evidencia de que estamos estancados... o peor: retrocediendo.

A estas alturas del proceso, Ecuador debería mostrar una idea ofensiva clara, herramientas para incomodar a cualquier rival y aprovechar el talento extraordinario de una generación dorada. Pero no, seguimos atrapados en un fútbol raquítico, sin creatividad, sin intención y con un entrenador que se ha convertido en un lastre para esta Tri.

Porque digámoslo de una vez: este grupo de jugadores —Hincapié, Pacho, Caicedo, y tantos más— no merece a un técnico tan limitado, tan lleno de experimentos, tan alejado de la realidad como Sebastián Beccacece. Chicos que ya han conquistado ligas top, títulos internacionales y hasta mundiales de clubes terminan condenados a un libreto que no existe, que cambia cada partido, que mutila roles y que no respeta las posiciones naturales de nadie.

Ecuador aspira a estar en bombo 2 para el sorteo del Mundial, pero la verdad es que, aunque Ecuador estuviese en el bombo 1, jugando como juega hoy, en el Mundial 2026 nos pasaríamos la fase de grupos. No hay salto de calidad. No hay crecimiento. No hay evolución. Con Beccacece solo pasos hacia atrás.

Y que nadie venga con el cuento del invicto. Ese registro no es mérito del entrenador: es mérito de la defensa sólida heredada del proceso anterior y de la regularidad que estos jugadores mantienen en sus clubes, pese a que aquí los desordenen una y otra vez.

La Tri está dirigida por un técnico incapaz de plantear un ataque, de respetar roles básicos, de aprovechar la materia prima de élite que tiene en las manos.

Porque cómo confiar en un entrenador que usa a Alan Franco de cualquier cosa menos de lo que es: volante de marca. Cómo justificar que un día el extremo sea Ángelo Preciado, otro día Yeboah, y mañana quién sabe quién más.

Cómo entender que Hincapié sea desplazado por experimentos desconectados, o que Moisés Caicedo termine pagando las consecuencias de pruebas sin sentido. Esto ya no es mala suerte, ni rotación: es una idea necia y equivocada.

Quince partidos al mando: apenas cinco victorias. Esas son las cifras reales. No el humo del “invicto”, no la retórica del “crecimiento paulatino”.

Y ayer, tras jugar 84 minutos con un futbolista más y no patear al arco, Beccacece se permitió decir que “las sensaciones son positivas” y que ve una “evolución”. Eso no es optimismo: es vivir en un universo paralelo. Es faltarnos el respeto. Es tener cero autocrítica.

Pero la pregunta más grave es otra: ¿Beccacece le rinde cuentas a alguien en la FEF? ¿O están demasiado ocupados pensando en cómo sostenerse en el poder como para no mirar lo que está pasando sobre la cancha?

Siete meses faltan para el Mundial. Siete. Todavía hay tiempo para que el entrenador cambie... o para que lo cambien. Y la FEF no puede seguir escondiéndose. Porque esto ya lo vimos antes: la Argentina de 2018, con Sampaoli al borde del colapso táctico y Beccacece como pieza del mismo cuerpo técnico, terminó siendo un equipo armado por los jugadores, no por el entrenador. Un caos anunciado.

Y aquí estamos en esa ruta.

Beccacece no está llevando a Ecuador al Mundial: es Ecuador quien lo está llevando a él, a cuestas, con jugadores que sí tienen hambre de gloria y sí entienden lo que significa competir al máximo nivel. Ellos sí están a la altura. Él no.

La FEF debe actuar ya. Porque la selección no es un laboratorio, ni un experimento, ni un trampolín para discursos vacíos.

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