Aunque su color rosado y origen natural la han vuelto popular, esta sal no está libre de riesgos si se consume en exceso.
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Sal rosada ( )
La sal del Himalaya se ha convertido en una tendencia gastronómica global. Con su color rosado característico y su reputación como una alternativa más saludable a la sal de mesa común, muchas personas la han incorporado a su dieta diaria. Sin embargo, los expertos en salud advierten que sus efectos secundarios no deben subestimarse.
Esta sal, extraída de minas en Pakistán, contiene hasta 84 minerales traza, como hierro, magnesio, potasio o zinc, pero no obstante, estos se encuentran en cantidades mínimas, y su componente principal sigue siendo el cloruro de sodio, al igual que cualquier otra sal.
Por eso, el riesgo más evidente es el mismo que con cualquier tipo de sal, el consumo excesivo de sodio. Esto puede provocar hipertensión arterial, retención de líquidos, y con el tiempo, aumentar las probabilidades de padecer enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y problemas renales.
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Otro aspecto a considerar es que, a diferencia de la sal yodada común, la sal del Himalaya no contiene yodo añadido. Si se convierte en la única fuente de sal en la dieta, podría haber un riesgo de deficiencia de yodo, lo que puede provocar problemas de tiroides como bocio, fatiga, aumento de peso y alteraciones cognitivas, especialmente en niños y mujeres embarazadas.
Además, por ser un producto no refinado, podría contener trazas de metales pesados como plomo o mercurio. Aunque generalmente en cantidades mínimas, la falta de control de calidad en algunas marcas puede representar un riesgo.
Los nutricionistas insisten en que no existe una sal más sana que otra, y que lo importante es moderar su consumo, no más de cinco gramos al día. También recomiendan obtener yodo por otras vías, como pescados, lácteos o huevos, y mantener una alimentación equilibrada.
Aunque estéticamente atractiva y con un sabor particular, la sal del Himalaya no ofrece beneficios significativos sobre otras sales y su consumo debe ser responsable y consciente, especialmente si se busca cuidar la salud a largo plazo.
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