La relación entre el expresidente Rafael Correa y los movimientos indígenas ha estado llena de altibajos

Dicen que las relaciones son así, de amores, peleas y reconciliaciones. Entre Rafael Correa y los movimientos indígenas todo estuvo bien hasta el llamado a Asamblea Constituyente, en el 2007, y luego de eso, llegó el primer sacudón, era el 2009 cuando los indígenas anunciaron y concretaron un levantamiento, no fue una protesta larga, pero sí violenta, a tal punto que un miembro de la comunidad Shuar, el profesor Bosco Wisuma, murió.

El levantamiento se superó, pero las relaciones quedaron resentidas, bastante, en el 2011 Correa visitó la Amazonía y se cruzó con el entonces prefecto de Zamora.

Años después, en el levantamiento indígena del 2015, la historia fue al revés, Salvador Quishpe denunció que había sido él el agredido durante una de las jornadas de protesta.

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Y los indígenas, representados por el presidente de la CONAIE se sintieron agredidos en su totalidad, así que las relaciones se complicaron más todavía.

Y hubo episodios concretos que ahondaron más la tensión, en el 2015, justo después de las protestas, Rafael Correa decidió quitar a la CONAIE la sede que había ocupado por más de dos décadas, era un edificio del Estado, así que los indígenas fueron expulsados.

Luego que Rafael Correa dejó el gobierno, pareció llegar el tiempo de la reconciliación. En el 2021, el presidente de la CONAIE, Jaime Vargas, dio su apoyo al candidato presidencial de la Revolución Ciudadana 5.

Pero, en una entrevista que el propio Correa dio al Diario Argentino, página 12, hace apenas dos años, mantuvo su discurso anti dirigencia indígena.

Aunque dejó fuera de sus reclamos. Rafael Correa y dirigencia indígena, una relación tensa que lleva años con más horas de enfrentamiento que de reconciliación.