25 ene 2025 , 09:00

La Corte Constitucional termina siendo la que resuelve los problemas que sean políticos

El organismo ha devenido en ser el encargado de dilucidar los entrampamientos de una clase política que se empeña en interpretar a su antojo las leyes y la Constitución. En los últimos tiempos, esa ha resultado ser su ocupación más frecuente y da cuenta de la debilidad institucional de la nación.

   

La Corte Constitucional se ha transfigurado, de repente se convirtió en el organismo donde se dilucidan los excesos de los políticos que interpretan a su antojo las más claras disposiciones de la Constitución y la ley.

Es el lugar donde se termina de resolver todo aquello que los políticos evaden: unos dirían, cultores del escapismo ante todo lo que pudiera tener un costo electoral muy alto; otros, ajenos al eufemismo, solo les dirían irresponsables.

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Lo cierto es que se hizo cotidiano que terminen en la alta Corte la toma de las decisiones complejas; el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto en caso de violación, los derechos de los animales. La lista es larga. Y en cada caso fueron determinados por la Corte Constitucional en procedimientos jurídicos que terminaron llegando allá para resoluciones de última instancia.

Y eso tiene una razón, un solo motivo: para la clase política la ley no tiene sentido, no es unívoca, todo es sujeto de interpretación, hasta lo taxativo. La ley y la Constitución son elásticas como un chicle, ante cualquier antojo, para ello tienen a su servicio especialistas en retorcerlas, en enturbiar hasta lo más claro.

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Y entonces, terminan siendo sujetos recurrentes desde Presidentes de la República hasta legisladores, pasando por superintendentes, Consejo de Participación Ciudadana, Corte Nacional de Justicia, Judicatura, Fiscalía, lo mismo como demandantes o demandados. La institucionalidad toda es tan primaria que necesita permanentemente que se aclare lo alguien con poder se ha esforzado en enredar.

Por ello, la Corte Constitucional que debería estar para otras cosas, termina siendo fiel en la resolución de problemas políticos, éticos, ecológicos. En ese baile ha caído el país: donde cada quien, por algún interés, cree que la Constitución y la ley no dicen lo que dicen y necesitan que la Corte Constitucional interprete lo que es taxativo.

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