Tras la derrota en la consulta popular, Noboa debe enfocarse en las reformas económicas

El Gobierno atraviesa uno de sus momentos más complejos. Este 23 de noviembre se cumplen dos años desde que Daniel Noboa llegó al poder, ahora en medio de su derrota en la consulta popular. El resultado electoral obliga al régimen a replantear su estrategia política y mejorar los resultados de su gestión administrativa, sobre todo en el modelo económico.

En Políticamente Correcto, el exministro de Economía y Finanzas, Mauricio Pozo, señaló que, pese la derrota electoral, es indispensable que Noboa avance en decisiones económicas de fondo, entre ellas, una reforma laboral y otra a la Seguridad Social porque el país continúa en números rojos.

“En estos tres años y medio, el presidente tendrá que recurrir a la Asamblea e impulsar reformas de lleno, recordemos que tiene mayoría. Son necesarias, porque solo en 2025 el déficit fiscal cerrará en USD 5 000 millones”, explicó Pozo.

El economista enfatizó la urgencia de atraer inversión extranjera, algo que solo ocurrirá si el riesgo país continúa bajando. Hoy se ubica en 694 puntos y lo ideal sería llegar a 400 puntos o menos.

Según Pozo, además del ajuste a los subsidios a las gasolinas, el incremento del IVA y el diésel, se requieren más medidas para detener el peso de la deuda de Ecuador. “A demás, recordemos que en 2026 la economía crecería, como máximo, un 1,8 %. Las cosas deben cambiar”.

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En ese sentido, Gabriela Panchana, activista política y comunicacional, también invitada al debate de Políticamente Correcto, añadió que la derrota del Sí es un mensaje claro para que el Gobierno de Noboa empiece a escuchar los reclamos ciudadanos.

Uno de ellos, dijo, es el excesivo gasto en bonos y compensaciones, que en términos macro ya supera todo el presupuesto destinado a inversión pública. “No es tolerable que el Gobierno destine tantos recursos al marketing político. Lo que ahora debe hacer el presidente es gobernar, y gobernar bien, porque si no, corre el riesgo de no culminar su mandato”, afirmó.

Entre otros puntos a cambiar, Panchana señaló que es urgente una renovación del gabinete, con ministros expertos en cada área. Además, insistió en que el asesor Fausto Jarrín debe dejar su rol en el Gobierno: “Es simple, es una de las figuras más oscuras del correísmo”, concluyó.

Por su parte, Andrés Quishpe, presidente de la Unión Nacional de Educadores (UNE), también señaló la derrota del Ejecutivo en las urnas debido a una administración económica que ha sido cuestionada.

Para Quishpe, el Gobierno no ha cumplido con los presupuestos destinados para salud y educación. Sin embargo, lo más crítico fue la reducción de 5 000 funcionarios públicos, que generó una molesta ciudadana.

“El No fue una victoria de la gente, de los colectivos sociales cansados de las medidas neoliberales del presidente, que parece gobernar solo para el FMI”, señaló el dirigente de la UNE.

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Este 23 de noviembre, Daniel Noboa cumple dos años como presidente. Su ascenso político fue meteórico. Pasó de asambleísta discreto por Santa Elena en 2021 a presidente en 2023, tras la muerte cruzada. Sorprendió en el debate, fue el outsider de la elección y se convirtió en el mandatario más joven del planeta con un discurso alejado de la política tradicional.

Su gobierno inició declarando conflicto armado interno. Desde ese enfoque aplicó varias medidas políticas y económicas, y golpeó al crimen organizado, aunque sin lograr los resultados esperados: la violencia creció casi 40 % y 2025 ya es el año más violento de la historia.

Durante su primer año, Noboa mantuvo una alta popularidad, incluso después del aumento del IVA al 15 % y del ajuste a los subsidios de la gasolina Extra y Ecopaís. Pero los apagones de abril y octubre de 2024 golpearon su imagen.

Aun así, en abril de 2025 fue reelecto, derrotando nuevamente al correísmo, con el que rompió tras la incursión en la Embajada de México para detener a Jorge Glas.

En lo que va del año, su Gobierno no ha logrado contener la crisis sanitaria, y el empleo pleno no crece. Además, las tensiones con los sectores sociales, especialmente tras la eliminación del subsidio al diésel, derivaron en un paro de 31 días.

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