05 sep 2025 , 09:34

La laguna de Ila Kucha refleja el cielo y protege un bosque inundable en Orellana

Con 134 hectáreas de bosque inundable y una laguna de tres kilómetros, este refugio amazónico conserva especies emblemáticas y es protegido por la comunidad Parutu Urcu.

   

La laguna Ila Kucha se extiende entre un bosque inundable de 134 hectáreas en la parroquia Taracoa, en El Coca, provincia de Orellana. Su forma alargada, de tres kilómetros de longitud por 800 metros de ancho, la convierte en uno de los espejos de agua más extensos de la zona.

El nombre proviene del quichua: ila, que significa árbol, y kucha, que quiere decir laguna. Sus aguas tranquilas reflejan el cielo y dan vida a un ecosistema cálido. Con una temperatura media de 23 grados, este entorno mantiene las condiciones ideales para la vida acuática.

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“En la laguna tenemos peces como bocachico, campeche, cuatro clases de pirañas, caimanes, paco y un bagre pintadillo; hay bastantes especies”, cuentan los pobladores.

Para llegar, se debe recorrer desde el centro de Taracoa hasta el puerto Guacamayo y, desde allí, navegar 15 minutos en una canoa a remo hasta encontrarse con este paisaje.

La fauna es diversa en los manglares de agua dulce

El 85 % del bosque corresponde a zonas inundables, con manglares de agua dulce que alcanzan hasta 25 metros de altura. En las riberas, los moretales y moretillos forman una barrera natural frente al aguaje: sus raíces retienen sedimentos, estabilizan el terreno y frenan la erosión.

En las mañanas, grupos de monos aulladores descansan en las copas de los árboles, mientras manadas de monos ardilla se desplazan por las guabillas.

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Hacia el norte, un puente elevado de un kilómetro conecta con la zona de tierra firme, donde diminutas ranas de pantano, de apenas tres milímetros, se camuflan entre los helechos y las aguas teñidas por hojas en descomposición.

Las huellas en el suelo delatan la presencia de sajinos y guatusas. Hasta ahora se han contabilizado 10 especies de mamíferos. Entre los gigantes del bosque destacan higuerones, cedros, laureles y ceibos blancos que alcanzan los 250 años.

En sus ramas habita el trogón de pecho amarillo, ave emblemática de este lugar. A lo largo del recorrido también se pueden observar escenas minúsculas, pero intensas: una libélula atrapada en la telaraña de una araña lanuda o mariposas de alas rojas y blancas que revolotean bajo la luz filtrada entre las ramas.

La comunidad Parutu Urcu es la guardiana de la laguna

La comunidad Parutu Urcu, conformada por 410 habitantes, protege este ecosistema. Sus miembros vigilan contra la caza y la pesca ilegal, y enseñan a los niños a reconocer la fauna y la flora para reforzar el respeto por su entorno.

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Al caer la tarde, la laguna cambia de rostro. El agua se oscurece y los sonidos se transforman: el ulular de los búhos y el croar insistente de las ranas anuncian el inicio de la vida nocturna. En la superficie, los ojos de los caimanes brillan como faros mientras se deslizan con sigilo. El silencio se rompe solo con el chapoteo de sus movimientos y el susurro del viento.

Así, en Ila Kucha, la vida no se detiene cuando cae el sol: se reinventa en la penumbra de su bosque y en las aguas que lo sostienen.

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