28 nov 2025 , 12:46

El corredor ecológico Palora en Pastaza es un refugio natural de 316 246 hectáreas

Ubicado en el Oriente, tiene más de 300 mil hectáreas y protege bosques, ríos, y emblemáticas especies como tapires, jaguares y tucanes.

   

El corredor ecológico Palora - Pastaza es un enlace natural entre ecosistemas andinos y amazónicos, en el centro del oriente ecuatoriano. Abarca 316 246 hectáreas, con altitudes que van desde los 1 700 hasta los 400 metros sobre el nivel del mar.

El área conecta el Parque Nacional Sangay, en Morona Santiago, con los bosques protectores Kutuku Shaime y Arutam, este último en la provincia de Pastaza.

A mediados de este año, el Ministerio del Ambiente lo reconoció como uno de los seis enlaces ecológicos oficiales del país, ya que funciona como una ruta continua que permite el movimiento de 1 910 especies animales y la expansión de 2 600 especies vegetales.

El agua es el hilo que cose este territorio, los ríos Pastaza y Palora se encuentran en la mitad del corredor y son el paso que sigue el bagre dorado, uno de los peces migratorios de agua dulce más imponentes del mundo por su recorrido de más de 5 000 kilómetros, entre zonas de alimentación y desove.

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“Una ruta de conectividad es el área a los lados o al alrededor del río, donde las especies adaptadas a la vida acuática prefieren para estar presentes y para movilizarse, para desplazarse”.

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Especies más pequeñas, como las sardinas, usan afluentes más estrechos como el Uchi Chiwias, cauce transparente que nace en los deshielos del Sangay.

También es un espacio clave para aves que usan estos trayectos como rutas migratorias. Una de las especies emblemáticas es el Tucán piquiazacanaleado: su pico, grande y de colores intensos, sirve para manipular las frutas y funciona además como señal visual en las interacciones con otras aves.

La cobertura forestal supera el 85 % en gran parte del corredor, ese manto verde continuo permite la presencia de grandes mamíferos como el jaguar y el tapir. Sin embargo, en algunos sectores los hábitats están comprometidos por la pérdida de bosque, que llega al 33 % en algunas zonas puntuales.

Por la extensión del corredor, la conservación depende del compromiso de quienes viven en este territorio. Alrededor de 2 000 personas de las nacionalidades kichwa, shuar y achuar lo protegen. Leonardo Tiwi, presidente de la Asociación Shuar Chiwias.

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“Tenemos 47 % de nuestro territorio shuar, 20 000 hectáreas tenemos conectadas dentro de nuestro proceso, nuestra comunidad es parte del corredor de conectividad. Cuidemos nuestros ambientes, busquemos que vengan nuestros animales porque eso es lo más importante, sentimos ser parte del corredor de conectividad, sentimos todo en familia”.

Una de las iniciativas impulsadas es la protección de las cavernas Yajasma Umtai. Un sistema de cuevas donde sobreviven especies como la araña cangrejera y pequeños murciélagos que se esconden entre grietas formadas por estalagmitas y estalactitas, estructuras de carbonato de calcio formadas por la lenta deposición de minerales del agua que gotea.

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El corredor Palora – Pastaza resguarda así la vida en distintas capas del territorio: la que ocupa los bosques, la que depende de los ríos y la que permanece oculta en el mundo subterráneo.

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