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El Chimborazo es la única zona del país que alberga vicuñas, animales considerados sagrados para la cultura indígena
Las vicuñas llegaron a Ecuador en 1987. Hoy, son más de 7 600 ejemplares los que habitan en el Arenal.
En Ecuador, la provincia del Chimborazo es la única que alberga a vicuñas y de esta zona, específicamente la reserva de producción de fauna, donde también está el volcán más alto de los Andes del norte, el Chimborazo. Este tiene una altura de 6 263 metros sobre el nivel del mar, por ello lo llaman el Rey de los Andes.
Esta reserva, de 58 000 hectáreas, es parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del país. Está compuesta de grandes extensiones de páramo, el más húmedo al este y el seco en la parte occidental, conocido como el Arenal.
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Es ahí donde habitan las vicuñas que, si no fuera por sus largos cuellos, se confundirían con los pajonales. Y que cuando sienten a extraños, pueden correr hasta 45 kilómetros por hora.
¿Cuándo llegaron las vicuñas al Ecuador?
Las vicuñas llegaron a Ecuador en 1987, con la declaratoria del área protegida. Vinieron de diferentes países de Sudamérica, gracias a un convenio internacional, explica Paúl Tito, administrador de la Reserva Producción de Fauna.
Hoy son más de 7 600 ejemplares. Son animales nobles con el ambiente porque dispersan las semillas y no dañan el ecosistema.
Se mueven en manada, son diurnas y pasan la noche y las mañanas en las laderas secas. Luego, en el día, descienden a los pastizales en busca de alimentos.
El macho dominante va siempre adelante, dirige la cuadrilla y alerta de extraños produciendo un sonido muy agudo similar a un gorgoteo. Domina durante unos 15 años y cuando su ciclo termina, se aleja para morir solo. Uno más joven lo reemplaza.
Los estudios dicen que una vicuña vive alrededor de 20 años. Son animales territoriales y tienen costumbres sociales.
Desde hace dos años, ocho comunidades indígenas cercanas a la reserva buscan exportar las fibras de las vicuñas, que son consideras finas por su textura.
Atraparlas no es sencillo, lo hacen utilizando una técnica ancestral. Las capturan cuidadosamente para esquilar sus vellones, sin que esto implique afectarlas.
Investigadores de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo ayudan en el proceso. Actualmente, estas fibras naturales están almacenadas.
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Son animales nobles por donde se miren y gracias a los esfuerzos de conservación, tienen la suerte de correr libres, embelleciendo aún más los páramos.
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