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Con la normalización de las exportaciones de petróleo, FLOPEC intensifica las operaciones para enviar los cargamentos a diferentes destinos
El Pichincha y el Zaruma, son los barcos más grandes de la flota petrolera ecuatoriana.
Desde Esmeraldas se navega 45 minutos aguas adentro para llegar a los sitios en donde los buques petroleros esperan su turno de recibir carga. Uno de esos es el Pichincha que, después de un mes de permanecer anclado, el sábado fue cargado con 720 mil barriles de crudo para ser entregados en Panamá.
La operación empieza con el embarque del personal de Petroecuador, entre ellos, el capitán de amarre y el práctico independiente, dos especialistas que toman el control de la operación, junto con el capitán del barco.
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Tres remolcadores toman el control y mueven el inmenso buque hasta colocarlo con precisión frente a la boya a donde llega el petróleo por tuberías submarinas, a 7 kilómetros de la costa.
Inmensas cadenas y cabos atan el buque a la boya y un remolcador garantiza que se mantenga lo más estable posible. Nada se deja al azar y se controla a cada paso.
“Lo que nosotros tratamos de evitar es que primero las personas no salgan lastimadas y segundo que se cumpla el operativo de una manera en donde no se establezca ningún riesgo”.
Con todo conectado, los buzos abren las válvulas submarinas. En el barco, desde una cabina, las válvulas y desde Balao empieza el bombeo bajo la atenta mirada del jefe de cubierta, Christian Chillán.
“Hice una operación tan limpia que ni se va a dar cuenta de que el barco está cargando”.
Pisos más arriba, desde la cabina de mando, Guillermo Arellano, como capitán del barco, recibe los reportes. Espera ansioso el momento de zarpar.
“Pero el riesgo siempre está presente, al menos en un petrolero, pero también la gente está entrenada".
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El Pichincha y su gemelo, el Zaruma, son los barcos más grandes de la flota petrolera ecuatoriana.
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