Por el Día Internacional de los Museos, 300 personas recorrieron espacios culturales de Quito durante la noche. Algunos durmieron entre reliquias, leyendas y arte.
- El Centro Cultural Metropolitano abrió sus puertas con actividades especiales por el Día Internacional de los Museos.( )
Por una noche, los museos de Quito se convirtieron en refugios de historias, arte y experiencias inolvidables.
En el marco del Día Internacional de los Museos, 300 personas recorrieron durante la noche más de 60 espacios culturales de la capital, en una travesía que incluyó desde visitas a criptas hasta acampadas dentro de salas históricas.
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La jornada arrancó a las 18:00 con un punto de encuentro simbólico: la Iglesia de La Compañía. Desde allí, los participantes descendieron a las criptas y luego emprendieron distintas rutas por el Centro Histórico, en grupos organizados, cada uno con un itinerario diferente.
“Es un momento que los museos están sin luz, el Centro toma un color diferente. Entonces, ¿qué pasa al dormir en una de estas salas? Compartir, reflexionar, conversar, contar historias”, dijo Cristina Medrano, responsable del Museo del Carmen Alto, uno de los más visitados durante la noche.
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Las actividades fueron diversas: visitas guiadas, narración de leyendas, música en vivo, y recorridos por rincones que habitualmente no están abiertos al público.
En el Museo del Carmen Alto, por ejemplo, los visitantes pasaron la noche rodeados de arte religioso, mientras escuchaban historias tradicionales del Quito antiguo.
En el Yaku: Museo del Agua, 30 personas vivieron una experiencia enfocada en la sostenibilidad. Además de las dinámicas educativas, disfrutaron de una vista privilegiada del Centro Histórico iluminado, desde las alturas del museo.

“Cuando bajamos a las criptas fue espectacular. El ambiente se siente extraño y denso, pero también mágico”, destacó Camila, asistente
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La velada se vivió como una acampada urbana: hubo visitantes que llegaron con mascotas y equipados con carpas, cobijas y hasta binoculares. “Traje carpas, sleepings, cobijas, medicinas, todo lo necesario para acampar”, relató Susana Lluvisaca.
La noche concluyó con una fogata y, al amanecer, un desayuno colectivo que selló una experiencia distinta, inmersiva y profundamente conectada con el corazón cultural de Quito.
Esta iniciativa, que se repite cada año, busca reconectar a los ciudadanos con su patrimonio y revivir el encanto del Centro Histórico desde una nueva perspectiva: la de la noche, el silencio y la contemplación.
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