A una hora de Quito está Papallacta, un rincón privilegiado para el turismo

A 3 400 metros las nubes empiezan a abrirse y entre dos macizos rocosos aparece Papallacta, una pequeña parroquia de 600 habitantes en la cordillera oriental, en el límite entre Pichincha y Napo. A una hora de Quito, es el lugar que buscan miles de turistas para relajarse en sus aguas termales y recorrer sitios tan naturales como únicos.

Hay dos tipos de aguas termales en Papallacta, las cristalinas y las de color amarillo y verdoso, se diferencian por la concentración de minerales. Sus complejos turísticos cuentan con infraestructura para acoger a más de 2 000 visitantes simultáneamente.

Papallacta está en el medio de dos parques nacionales, el Cayambe Coca y el Antisana que comparten sus páramos y fauna andina. Ahí se destaca la laguna de 32 hectáreas que se alimenta de los deshielos del Cayambe y del Sarahurco y es parte de un sistema de 28 lagunas más pequeña en sus alrededores.

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Es el lugar que eligen los aficionados a la pesca deportiva para estar y también llevar truchas frescas a sus hogares.

En pocos sitios se puede disfrutar de los paisajes montañosos del páramo andino, su fauna y variedad de aves como los que ofrece Papallacta. Por eso, Víctor Navarrete, que salió del Ecuador hace 25 años, lo ha elegido como destino principal cuando regresa de vacaciones.

A los destinos tradicionales se suman otras actividades.

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El canopy sobre una laguna o la escalada en roca son nuevas opciones que brinda esta población para satisfacer los gustos de todos sus visitantes.