El cardenal Angelo Scola no es nuevo en la lista de papables. Su nombre ya sonaba en el 2005, cuando finalmente resultó electo Joseph Ratzinger.
Muchos catalogan a Scola como un intelectual de la misma línea de Benedicto XVI y Juan Pablo II; no sólo porque fue amigo de ambos por muchos años, sino por su formación.
Tiene doctorados, tanto en filosofía como teología; en su juventud fue cercano al activismo político, pero luego, siguió otro camino, el de Dios.
Scola nació en Malgrate, un pequeño pueblo del norte de Italia. Allá hay entusiasmo entre familiares y amigos que piensan que "don Angelo", como es conocido en su tierra natal, puede ser el próximo Papa.
Alfredo Cagliandi fue compañero de clases y vecino del cardenal y cuenta que Scola fue entregado desde muy joven a la iglesia. “cuando invitábamos a Ángelo a jugar siempre nos contestaba, lo siento, pero no tengo tiempo. Él estaba muy ocupado porque ya estaba involucrado en la vida religiosa".
Actualmente es arzobispo de Milán, la diócesis más grande de Italia. Bajo su responsabilidad están más de mil parroquias, tres mil sacerdotes y arriba de los cinco millones de habitantes.
A Scola no le falta solidez intelectual ni cualidades didácticas. Ha dado clases de antropología moral en el Instituto Juan Pablo II para el Matrimonio y la Familia, de la Universidad Lateranense de Roma y ha escrito numerosos libros. Aún así hay algo enormemente gris y poco seductor en su persona, un inconveniente que se suma a su pertenencia al movimiento de centro-derecha Comunión y Liberación (CL). Un movimiento muy querido de Benedicto XVI que vivió en el Palacio Apostólico atendido por cuatro memores, una especie de monjas laicas de CL. Pero una corriente con numerosos enemigos dentro y fuera de la curia.
El feudo lombardo de CL ha sufrido, no obstante, una considerable erosión como consecuencia de las acusaciones de corrupción política que pesan sobre el que ha sido hasta hace unos días presidente de la región, el ciellino Roberto Formigoni, paisano de Scola y aliado político de Silvio Berlusconi.
Su trayectoria y cargos ocupados lo identifica como fuerte en el trabajo pastoral. John Thavis, periodista vaticanista, dice recordar haber visitado a Scola en Venecia y encontrarmucho entusiasmo entre los feligreses que lo admiraban. “Lograba conectarse con la gente y eso es considerado algo muy positivo", comentó.
Sin embargo no hay que olvidar que Scola es italiano y los dos últimos pontífices fueron extranjeros. Si en el cónclave deciden mantener este mismo patrón, su nacionalidad pudiera convertirse en una desventaja; aunque nada está dicho hasta que los cardenales ingresen a la Capilla Sixtina.
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