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Los asambleístas del correísmo festejando la destitución de Fausto Murillo.( )
La operación política de la que el Gobierno fue parte en la Asamblea, y que hizo posible la destitución de Fausto Murillo del Consejo de la Judicatura –también se censuró al exvocal Juan José Morillo-, demuestra una cosa: al presidente Daniel Noboa no le interesa que la mayoría parlamentaria de la que forma parte con el PSC y el correísmo se fracture.
Por eso, luego de varias desavenencias acumuladas desde noviembre pasado y de que Pierina Correa advirtiera la ruptura total, Carondelet optó por guiñar de ojo y dar sus votos para la censura en este juicio político.
Si se tratara de un funcionario común y corriente el destituido, la reunificación de la mayoría parlamentaria no pasaría de una simple anécdota. Sin embargo, lo que se puso en juego, otra vez, fue el secuestro del sistema judicial, porque Murillo siempre fue ajeno a los intereses del correísmo y el PSC.
Por eso lo tenían entre ceja y ceja al igual que, coincidencia o no, el narco Norero, a decir de los chats del caso Metástasis.
Lo del presidente Noboa esta mañana fue arriesgado y comprometedor porque abre una puerta para que la Judicatura tenga un nuevo vocal cercano a la Revolución Ciudadana como lo fueron los tristemente célebres Wilman Terán y Xavier Muñoz, detenidos por serias acusaciones de corrupción y vínculos con el crimen organizado.
Se dirá que aún hay tiempo para salvar los muebles, pues la Asamblea debe enviar al Cpccs la terna para escoger al reemplazo de Murillo. Y, en ese trámite, Daniel Noboa y Henry Kronfle pudieran insuflar algo de decencia y sugerir un trío de candidatos, más sus respectivos suplentes, ajenos a la agenda correísta.
No faltarán quienes exigen a Noboa una explicación de por qué apoyó semejante decisión. Pero el lavado de cara no le será costoso, pues el hecho de que buena parte de los legisladores independientes plegaran a la moción de destitución y censura, permite construir el argumento de que la permanencia de Murillo en la Judicatura era insostenible.
Noboa hizo que el correísmo se alzara con un triunfo importante, luego de que ha fracasado en su interés por sumar respaldos en el juicio político contra la fiscal Diana Salazar o de que se les cayera el impresentable proyecto de reformas al COIP encaminadas a facilitar la revisión de los juicios contra Rafael Correa.
Hay que tomar en cuenta, además, que a Noboa se le ha facilitado el trámite de sus proyectos de ley económicos, la mayoría con votos de la Revolución Ciudadana y sus amigos socialcristianos, por lo que tanto en la vida real como en la política no hay almuerzos gratis.
Esta vez, el precio de la comilona se pagó con una buena dosis de independencia judicial. A Carondelet todavía le urgen los votos de quienes buscan impunidad, para sacar adelante más leyes que le den gobernabilidad, hasta que empiece la campaña electoral.
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