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Daniel Noboa, Leonidas Iza y Rafael Correa.( )
Esta ha sido una semana de hazañas políticas de las que el país, lejos de alegrarse por sus logros, al menos podrá divertirse.
Daniel Noboa
La más reciente tiene que ver con la fotografía que el Presidente subió a sus redes sociales, a propósito de su visita oficial a Argentina. Él, con un machete en la mano y el presidente Javier Milei, con una motosierra.
La foto, por su contenido, se viralizó en segundos y generó todo tipo de comentarios.
Pero más allá de las formas, que será lo más relevante de la gira sudamericana en términos políticos, no está muy claro el fondo del asunto. Mejor dicho, la coherencia ideológica, pues la motosierra de Milei evoca el agresivo plan de recortes y ajustes a toda distorsión del Estado argentino, donde la palabra bono, subsidio o prebenda es hoy una mala palabra.
La magnitud de esa política económica que, según los entendidos en la materia, ha dinamizado la inversión privada y los mercados, muy poco tiene que ver con lo que ha hecho Noboa como presidente, quien muchas veces ha dicho sentirse más cercano a la línea de Lula, con un marcado proteccionismo estatal que en el caso ecuatoriano se plasma en la interminable política de bonos.
Si los partidarios de Noboa que se ubican en la derecha sueñan con que él se parezca a Milei, este anhelo, en el tema económico y reducción estatal, nunca se hará realidad.
Leonidas Iza
Denunció a inicios de semana que tres policías intentaron matarlo por atropellamiento, pero él terminó secuestrándolos en nombre de la anquilosada justicia indígena.
Todo un misterio este caso. No se sabe bien si el Gobierno, según denuncia Iza y sus acólitos, lo estaba persiguiendo o, como dijo la Fiscalía, que los uniformados estaban al frente de una investigación, cuyo propósito se conoce poco.
Es raro que el Gobierno no haya salido a defender pública y políticamente a los policías, quizá para no crecer la figura del expresidente de la Conaie, denunciando un evidente secuestro a gente de la seguridad pública, lo cual podría ser un delito.
Pero lo más curioso de todo, es que Iza y sus huestes reclaman por la presencia de estos policías en territorios indígenas, lo cual consideran una amenaza por el daño que pueden hacer, sin reconocer que en los paros de 2019 y 2022, entraron a Quito y otras ciudades desatando violencia y miedo. En esos casos, la dirigencia indígena cuestionó que el país “criminalice la protesta social”. ¿Qué mismo, entonces?
Rafael Correa
Bien dicen que el discurso aguanta todo. Desde hace varios días, un exconsultor y exoperador ideológico del correísmo dijo en redes que su intención era entrevistar al expresidente prófugo en Bélgica. Este aceptó el diálogo y hablaron de algunos temas que pasaron sin pena ni gloria en la agenda informativa de la semana. Solo una declaración, que se hizo viral, motivó reacciones por lo absurda y temeraria.
Palabras más, palabras menos, Rafael Correa comparó a Augusto Verduga, exconsejero de Participación Ciudadana con Jaime Roldós. Tamaño atrevimiento no puede ir por ahí como si nada, pues lesiona la memoria del Presidente fallecido en 1981, en un accidente aéreo, al compararlo con un personaje, también prófugo, que debe enormes explicaciones a la justicia.
Verduga es el hombre detrás de los chats de la Liga Azul, aquel sistema de seudoespionaje y amarres políticos mediante los cuales el correísmo buscaba apropiarse de los principales organismos de control, incidiendo en los concursos del Cpccs.
En esos chats, que fueron difundidos por la Fiscalía luego de la incautación de sus teléfonos celulares, se demostró el impresionante nivel de rivalidad, desconfianza, celos políticos y miedos de buena parte de la cúpula de la RC5. De hecho, allí se conoció que a la excandidata presidencial, Luisa González, la llamaban la Rana René.
Por lo tanto, que Correa, sin ninguna proporción y delicadeza, diga que Verduga era casi el Jaime Roldós de estos tiempos, es ofender la historia y la trayectoria de un presidente íntegro y respetuoso de los derechos humanos y las instituciones.
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