- Campo Auca (Bloque 61).( )
Si el conflicto entre Israel, Irán y EE.UU. se extendía, el petróleo iba a dispararse por encima de los 110 dólares el barril. El alto a la guerra, pese a lo delicado de la crisis, tumbó el crudo a los 64 dólares.
En ambas circunstancias, la situación de Ecuador resulta desfavorable por las pésimas condiciones de su industria hidrocarburífera, nunca vistas en 50 años.
Con un alto precio del petróleo, los ingresos mejorarían para Ecuador, algo que ya había ocurrido antes, pero sin generar, en este momento, un impacto sustancial y provechoso para las arcas fiscales.
El reportaje que Televistazo emitió en su noticiero dominical así lo demuestra, pues concluye que Ecuador dejó ya de ser un país petrolero. Las cifras que el nuevo gerente de Petroecuador, Leonardo Bruns, presentaron dan cuenta de que apenas los 14,7 mil millones de dólares que genera Petroecuador, al presupuesto general del Estado, apenas van 1.700 millones: el 5 %. Ecuador produce 384 mil barriles diarios, una caída acumulada del 10 %, aproximadamente, y con 120 mil barriles menos del punto de equilibrio aceptable: el medio millón.

En síntesis, Ecuador en un escenario de alto precio del crudo, tuviera mucho menos recursos de lo que una bonanza de ese tipo le otorgaría debido a su mediocre producción y a la bajísima inversión de las empresas privadas.
A eso hay que añadir el mal estado de SOTE , oleoducto expuesto a la erosión regresiva del río Coca, ya los permanentes deslaves que causan su rotura y derrames que paralizan su transporte hacia los puertos y refinerías, sin que se exhiban protocolos técnicos y de alta tecnología que minimicen estos impactos.
O que el OCP esté expuesto a perder vigor porque la defectuosa operación de Petroecuador terminará por condenar a esta tubería a lo de siempre: corrupción , ineficiencia y desperdicios , pues el sector público no se duele de la plata del Estado.
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También está la crisis de procesamiento de derivados por el mal funcionamiento de las refinerías que obligan al país a ser casi un importador neto de combustibles y, por tanto, expuesto a que una eventual alza del petróleo también incida en el alto precio de gasolinas y diésel, lo cual haría que el precio al consumidor también se incremente.
Ecuador importó en 2024 la cifra astronómica de casi 71 millones de barriles de derivados : la más alta desde 2010, en un 60 por ciento.
Eso significó 6 600 millones de dólares, cuatro veces más la cantidad de recursos que la actividad petrolera deja al Estado como ingresos para su presupuesto.
A esta realidad hay que sumar la desconexión de los pozos del bloque 43 del ITT, por mandato popular, y la falta de certezas sobre qué hacer con el campo Sacha y su delegación.
Si el petróleo subía, la actividad hidrocarburífera nacional no hubiera ayudado de mucho para aprovechar este pico, como tampoco lo es el panorama de un petróleo de 60 o 50 dólares para los próximos meses, ya que cualquier mensaje del Gobierno nacional para atraer inversión, a esos precios, debería venir acompañado de grandes atractivos económicos y, sobre todos, de seguridad jurídica, el peor de los factores por los cuales la industria nacional está en soletas.
Hay mensajes de austeridad y transparencia institucional , como el de esta mañana de martes, del gerente Bruns, en el sentido de despedir a 70 funcionarios con mega sueldos. Sin embargo, es apenas un paño de agua tibia para una empresa con 10 mil funcionarios y, sobre todo, en medio de una estructura institucional totalmente deficiente .
Si el país no hace conciencia de que en la actividad petrolera está buena parte de los equilibrios fiscales que necesita, así como del tiro de inversión extranjera que le urge, no habrá precio de barril ni guerra energética que lo salve del despeñadero energético.
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