El mensaje de Milei para Noboa

Si dentro de Carondelet existiera una capacidad de reflexión que trascienda su burbuja, debieran agradecer al mandatario argentino por darles la mejor advertencia: la polarización y el espíritu confrontacional no multiplican votos. Más bien los trituran.

Tanto Javier Milei como Daniel Noboa llevan varios meses en el ejercicio de la Presidencia. Sus lunas de miel se esfumaron hace rato, mientras que argentinos y ecuatorianos exigen respuestas concretas a la pila de problemas que se han acumulado, precisamente, por los malos gobiernos.

Sin embargo, Milei y Noboa optaron por seguir la receta fácil, la que siempre sugieren los compol. Inventarse enemigos frente a los cuales cabe tensar la cuerda e idear peleas para ganar.

Pero los dos presidentes es que se han equivocado. Las recientes elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires así lo corroboran, para desventura de Milei.

Debido a su compleja personalidad, este político descuidó al gran enemigo que se cierne sobre los argentinos, la destrucción de su economía, para llenar de insultos y provocaciones el debate político, sin darse cuenta de que hace rato la campaña electoral había terminado.

El resultado: se quedó sin margen de maniobra para administrar el durísimo descontento y hartazgo de los argentinos, no por su presidente, sino por los interminables sacrificios que deben hacer para que se estabilice la situación.

Y como Milei prefirió abrirse demasiados frentes, con una desagradable denuncia de corrupción en el despacho de su hermana, no logró ser más amable con un país sufrido que, hasta ahora y pese a la derrota legislativa, reza porque su plan económico resulte.

Noboa, si se lo propusiera, pudiera liderar una gran causa nacional, uniendo a todas las fuerzas institucionales para pelear contra el crimen. Como nunca en 40 años, tantos sectores quieren que le vaya bien.

Solo debe trabajar con tres objetivos: aplicar una política de seguridad seria y sostenida; reactivar la economía, empezando por el petróleo; y liderar una verdadera reforma institucional que ponga al país en la modernidad.

Para tal efecto, necesita convocar a los mejores ecuatorianos. Ellos todavía no están en el gobierno y por eso los resultados de la gestión son tan débiles.

Cuando no hay mucho que exhibir en el plano de lo real, el país se desalienta. Y un pueblo frustrado castiga a sus gobernantes en las urnas.

Quizá el Régimen se equivoque con eso de persistir en una consulta popular que poco aporta, a menos que Noboa se juegue su capital político para llevar temas complejos, pero necesarios. Como ello no ocurrirá, es preferible que aceite toda la maquinaria rumbo a las elecciones seccionales de inicios de 2027, donde se jugará gran parte de su futuro político. Noboa no querrá que le pase lo que a Milei.

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