09 may 2025 , 11:44

Barcelona no juega a nada y la Libertadores se le escapa

Segundo Alejandro Castillo sigue más preocupado por sus trajes de pasarela que por su pizarra. River dejó a Barcelona al borde del precipicio.

   

Barcelona no es un equipo, son once voluntades sueltas tratando de no quedar expuestas en la cancha. Lo de anoche en Guayaquil, en la derrota 2-3 ante River Plate en el Monumental, no fue solo un golpe duro en la Copa Libertadores: fue otra confirmación de que este plantel no tiene rumbo, ni carácter, ni conducción.

Segundo Alejandro Castillo, más preocupado por sus trajes de pasarela que por su pizarra, volvió a dar cátedra de lo que no debe hacer un técnico. El "esmoquin atigrado" que lució anoche podrá ser tendencia en Instagram, pero no tapa la falta de respuestas tácticas.

Le falta personalidad al entrenador de Barcelona para sentar a los que están mal —como Janner Corozo, que ha caído en un bajón y no debería ni estar en la banca— y también le falta astucia para cambiar un libreto predecible, desgastado y cada vez más estéril.

El primer gol de River, llegó con un pase largo, un movimiento simple y los dos centrales —Arreaga y Vallecilla— cayendo en la trampa como principiantes, yendo ambos a marcar al mismo hombre. Lo demás fue consecuencia: espacio libre, pase filtrado, gol de Driussi.

Casi un calco fue el segundo tanto, esta vez con Colidio ganándole la espalda a Carabalí. Mastantuono selló el tercero aprovechando otro desajuste grosero, ante una defensa que no supo ni achicar ni replegar. ¿Castillo corrigió algo? Nada.

El mediocampo volvió a ser decorativo. Leonai Souza, con un chispazo individual, dio el pase para el gol del empate transitorio. Joaquín Valiente apenas apareció, más enfocado en correr detrás de los argentinos que en generar algo.

Arriba, Octavio Rivero hizo lo que pudo, un gran cabezazo dio el empate, pero no puede ser nueve, diez y conductor al mismo tiempo. Nadie lo acompaña.

Y lo de Corozo... insólito. Solo, sin arquero, sacó la pelota de la línea en lugar de empujarla, menos mal regresaba apurado Martínez Quarta y terminó haciendo un gol en contra, lo que el atacante torero no pudo hacer a favor de su club.

Quote

River, con tres goles, le dio un baño de realidad a Barcelona, que sigue sin identidad, sin respuestas y con un DT que solo brilla por sus trajes, no por el juego colectivo que tanto le hace falta.

El segundo tiempo fue una lección de cómo no competir. River tocó a placer y Castillo no reaccionó, no cambió, no incomodó. Sigue dirigiendo como si todavía fuera jugador y no el jefe del vestuario, respetando jerarquías y nombres antes que realidades.

Ya ha perdido dos partidos en casa y está tercero en el grupo. Si no mejora —y rápido—, no solo se quedará fuera de los octavos, sino que podría quedarse incluso sin la Sudamericana. El sueño de la Libertadores volverá a ser solo eso: un espejismo que se esfuma entre errores defensivos, decisiones tibias y trajes llamativos.

Souza lo dijo hace poco: "Jugamos feo, pero ganamos". Eso le ha servido a nivel local —quien sabe por cuánto tiempo— pero en un torneo internacional donde los errores no se perdonan, lo que muestra el equipo de Castillo no alcanza.

Barcelona no juega a nada y la Libertadores se le escapa.

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