31 especies endémicas de orquídeas florecen en el área protegida río Zuñag, en Tungurahua

El río fluye a lo largo de 18 kilómetros dando vida a un entorno frondoso que vive al compás de su corriente.
Área protegida río Zuñag.()
04 jul 2025 , 19:11
Redacción y Televistazo

En el área protegida río Zuñag, el aire corre cargado de humedad y el rumor del agua se oye sin cesar. Son 2 065 hectáreas de bosque nublado de la cordillera oriental, en el caserío el topo, en Tungurahua, y toma su nombre del río que lo atraviesa y moldea.

Aquí el Zuñag fluye a lo largo de 18 kilómetros dando vida a un entorno frondoso que vive al compás de su corriente.

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Los guarumos se elevan a 10 metros y despliegan sus hojas como abanicos. Bajo su sombra, el sendero sorprende con encuentros inesperados en medio de las trochas, como este lagarto de palo, que aparece inmóvil sobre una rama. Es una de las 20 especies de reptiles que aprovechan cada claro en este bosque, donde la temperatura ronda los 18 grados.

#1 tipos de orquídeas florecen en esta zona

A lo largo del camino, el suelo se llena de charcos y el agua se abre paso entre raíces y piedras. Los árboles están cubiertos de musgos que retienen hasta 10 veces su peso en agua. La absorben, la conducen por los troncos y la dejan escurrir, formando pequeños arroyos que nutren al Zuñag.

En ese tapizado de musgos se esconden diminutas orquídeas. Aquí florecen 31 especies endémicas, exclusivas, como la colura irrorata, redescubierta tras 150 años de su primer registro.

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Su delicia contrasta con las guagrachangas, palmas que prosperan entre 1 000 y 2 000 metros de altitud y cuyos tallos alcanzan hasta 30 metros. Por eso sobresalen del dosel con hojas que se agitan con el viento que sopla a 14 kilómetros por hora.

“Esta zona es relevante porque nos ayuda a mantener los ciclos de agua, toda la humedad que viene de la Amazonía, choca con las montañas y se convierte en lluvia. Hoy en día, por los cambios de clima, cuidar estos lugares es cuidar los refugios de agua para el futuro”

Un escenario rocoso

Hacia el norte, su riqueza hídrica se potencia en el sector la Unión, donde el río Zuñag se encuentra con el río Tigre, mucho más caudaloso.

Aquí sorprende una cascada de 10 metros que desciende suavemente sobre un conjunto de piedras rojizas y escalonadas, formando una especie de escalera.

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Este escenario rocoso se convierte en el hábitat perfecto para 37 especies de anfibios. Entre ellas se destaca el Atelopus palmatus, una rana cuyo estado de conservación es delicado y cuyas poblaciones disminuyeron en el país en los últimos 30 años. Pero en este bosque se han encontrado grupos estables que renuevan la esperanza para su especie.

Más arriba, el follaje se abre y el rumor del río se mezcla con el agudo llamado del águila andina; 132 especies de aves sobrevuelan la zona.

A 1 700 metros, las trochas se desdibujan y la vegetación dominada por magnolias, cedros y alisos se convierte en el territorio preferido de los grandes mamíferos. Cámaras trampa y el seguimiento de dos guardaparques han detectado al jaguar —el mayor depredador de América— moviéndose entre sombras y siguiendo rastros de pecaríes de labio blanco.

Por esta diversidad, este bosque, que limita con el Parque Nacional Llanganates, fue reconocido, en mayo de 2025, como refugio de vida silvestre, reafirmando su papel crucial como enlace entre los Andes y la Amazonía.

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El bosque de Zúñag es un corredor biológico donde el agua impone su ritmo y se preservan los últimos remanentes de bosques montanos de ecuador.

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