Día de los Difuntos: el arte funerario de Guayaquil perdura en el tiempo
En los alrededores del Cementerio General de Guayaquil, hay alrededor de una veintena de locales de lápidas y grabados. La mayoría se alinean a lo largo de las calles Quito, Machala y Manuel Galecio.
Allí, los artesanos no descansan: las últimas pinceladas y los trazos firmes sobre la piedra marcan el compás de estos días.
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Don Carlos, por ejemplo, lleva casi medio siglo esculpiendo epitafios y diseños. Cuenta que en sus inicios las lápidas eran de aluminio; hoy predominan el mármol y el granito. A sus 92 años, sus manos aún conservan la precisión y el pulso para esculpir figuras en alto relieve.
“Para hacer una lápida en alto relieve se demora tres meses y cuesta USD 350”, comenta el artesano Don Carlos.
El resultado: verdaderas obras de arte fúnebre, muy solicitadas por quienes quieren honrar la memoria de sus seres queridos.
Muy cerca de allí, en Lápidas Betel, la tradición se combina con la tecnología. La novedad es una máquina de grabado láser adquirida hace tres meses para atender la creciente demanda de cada feriado de los difuntos.
Su propietario cuenta que en una semana normal elaboran unas diez lápidas, pero durante estas fechas la demanda se duplica o triplica.
Daniel Sánchez nos comentó que se puede trabajar cualquier diseño, desde imágenes religiosas hasta insignias deportivas. Los precios varían desde USD 100 en acrílico, hasta más de USD 600 en mármol, con instalación gratis en Guayaquil y recargo en cantones vecinos.
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Pero no solo se elaboran lápidas. También rejas de seguridad para proteger los elementos de las bóvedas, desde USD 120, y las llamadas fotos eternas, diseñadas para perdurar con el paso de los años, desde USD 50.
Además, los talleres ofrecen mantenimientos completos, que incluyen limpieza, pulido, pintura y retoques, con precios que rondan los USD 100.
Detalles que mantienen viva la conexión con quienes partieron, donde cada lápida se convierte en una forma de amor que el tiempo no borra.