Bad Bunny, Dua Lipa, Shakira y más artistas no llegan a Ecuador por deficiencias en infraestructura para conciertos
En 2025, múltiples artistas de renombre como Bad Bunny, Dua Lipa, Shakira, Lady Gaga y Rauw Alejandro han confirmado fechas en diversas ciudades de América Latina, generando gran expectativa entre sus seguidores en la región.
Pero, existe un patrón que se repite en cada anuncio y cartel compartido: la ausencia total de fechas en Ecuador. Ni Quito ni Guayaquil aparecen en las rutas de estas giras multimillonarias, dejando fuera del espectáculo a miles de fans ecuatorianos.
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La exclusión ha generado sorpresa y molestia ¿Por qué el país sigue quedando al margen de estos espectáculos? ¿Se trata de logística, costos, demanda o simple desinterés?
En años anteriores, Ecuador sí fue parte de giras internacionales —como la de Bad Bunny en Quito (2022) o la de Shakira en Guayaquil (2018)—, pero en esta temporada, la tendencia parece haberse revertido.
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Algunas ausencias eran previsibles —como la de Dua Lipa o Taylor Swift, que nunca han incluido al país en sus itinerarios—, pero otras resultan más llamativas, especialmente en el caso de artistas que ya se han presentado aquí.
Si bien, el contexto de seguridad es un factor que suele mencionarse, distintas voces del sector coinciden en que la principal razón de estas ausencias radica en la infraestructura nacional.
Infraestructura: el talón de Aquiles
En palabras del productor de conciertos Emilio Mejía, la infraestructura sigue siendo el talón de Aquiles para el Ecuador. Y el primer obstáculo es claro: la baja capacidad de los recintos disponibles.
“Hay varios factores a tener en cuenta, pero nuestra principal limitante es la capacidad”, explica Mejía, en referencia al Estadio Olímpico Atahualpa y al Estadio Modelo Alberto Spencer, los recintos públicos más grandes del país, y los que son utilizados para grandes espectáculos:
“Tanto el Atahualpa como el Modelo tienen un aforo que no supera las 35 mil personas. Al artista le interesa que más gente asista al concierto, y si hay países vecinos con estadios más grandes, es lógico que estén primero en la lista”.
El Estadio Olímpico Atahualpa, activo desde 1951, ha pasado por adecuaciones parciales a lo largo de las décadas, aunque no ha recibido una intervención estructural integral. En años recientes, incluso se ha planteado su reemplazo por nuevos complejos en otros sectores de la capital, de entre los que destaca el denominado Arena Quito.
En el caso del Estadio Modelo Alberto Spencer, su más reciente renovación se llevó a cabo en 2021, con una inversión cercana a los USD 577 702,88 según cifras del Ministerio del Deporte.
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Sin embargo, sus características actuales difieren de las que presentan recintos como el Estadio Nacional de Lima o el Atanasio Girardot en Medellín, utilizados frecuentemente para espectáculos de gran escala.
La logística y los estadios ecuatorianos
Más allá del número de asistentes que puede albergar un estadio, hay factores igual de determinantes a la hora de decidir si Ecuador entra o no en el mapa de una gira internacional.
“El artista no solo piensa en la capacidad”, subraya Mejía, señalando que también pesan aspectos técnicos y logísticos en la evaluación, y es en estos donde los recintos nacionales muestran serias limitaciones.
Montar un escenario para un concierto de gran escala puede tomar más de 72 horas, mientras que desmontarlo debe hacerse en menos de 12, según datos de la plataforma Servieventos. Para Mejía, cumplir con estos tiempos es clave, pero las condiciones actuales de los estadios del país dificultan el proceso desde el inicio:
“Se debe tomar en cuenta la infraestructura propia de los artistas, como luces, sonido, pantallas, tarimas. Todo eso viaja con ellos y necesita tiempos exactos para entrar y salir del país. Y aquí los trámites aduaneros o fronterizos no siempre son tan ágiles como deberían”.
Para cumplir con esos tiempos, se requiere infraestructura adecuada: accesos amplios, rampas, zonas técnicas funcionales y camerinos en buen estado. En Ecuador, estas condiciones son complicadas, pero es en el Estadio Olímpico Atahualpa donde la situación es más crítica.
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El desgaste general de sus instalaciones es evidente, al punto que en 2019 la FIFA le retiró el aval para albergar partidos de eliminatorias mundialistas, precisamente por su deficiente infraestructura.
Además, la falta de espacios adecuados para montar escenografías complejas dificulta cumplir con los exigentes tiempos y requerimientos logísticos de una gira internacional de gran escala.
Si bien el estadio aún puede acoger eventos de escala mediana o reducida, está lejos de estar preparado para producciones de alto nivel.
¿Qué hay de los otros estadios del Ecuador?
Aunque Ecuador cuenta con recintos de mayor capacidad y mejores adaptaciones técnicas, como el Estadio Monumental de Guayaquil (Barcelona SC) y el Rodrigo Paz Delgado en Quito (LDU), estos no son considerados para grandes giras internacionales debido a su modelo de gestión.
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En estos estadios, que pertenecen a clubes de fútbol, las suites y palcos han sido vendidos o arrendados a empresas y particulares. Esto significa que, durante un concierto, esos espacios no generan ingresos para la producción, ya que no pueden ser ocupados por compradores de entradas convencionales.
Según explica Mejía, esto impacta directamente en la taquilla. Solo en el caso del Monumental, hay 7 740 asientos en suites y 4 500 en palcos: un total de 12 240 localidades que no representan ganancias para un concierto:
"En estos estadios, una gran parte de los palcos y suites ya están comprometidos con empresas y particulares, lo que significa que durante un evento musical esos espacios no generan ingresos adicionales para la producción."
Además, la administración por parte de los clubes implica negociaciones adicionales para eventos no deportivos en espacios adaptados para práctica de un deporte (el fútbol), complicando la planificación y elevando el riesgo de cambios de fecha.
El país se pone al día
Aunque los estadios ecuatorianos aún presentan importantes limitaciones, ya se están dando los primeros pasos hacia su modernización. Uno de los proyectos más relevantes es la construcción de la Arena Quito, que reemplazaría al actual Estadio Olímpico como principal centro de eventos en la capital.
Este complejo, cuya capacidad máxima se estima en 30 mil personas, podría llegar a costar un aproximado de USD 90 millones, otorgando a la capital ecuatoriana de un nuevo espacio para el entretenimiento y el despliegue de espectáculos.
Por otra parte, el Gobierno de Daniel Noboa confirmó en 2024 sus intenciones de invertir en infraestructura deportiva nacional, como parte de una posible candidatura del Ecuador como sede de la Copa América 2028.
Esta inversión, aunque pensada para el fútbol, podría tener un impacto positivo en la industria del entretenimiento al habilitar nuevos recintos modernos, adaptados también para espectáculos masivos.
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