- Movimientos del ouija o el juego de la copa
Datos científicos demuestran las razones por las que este juego atrae a tantas personas en el mundo.
El indicador o master del ouija y las varitas de radiestesia son apenas dos ejemplos de objetos místicos que parecen moverse solos, cuando realmente los están moviendo las personas que están en contacto con ellos. El verdadero misterio no es la conexión con el mundo espiritual, sino cómo podemos generar movimientos sin darnos cuenta de que los estamos haciendo.
El fenómeno se llama efecto ideomotor y se puede experimentar colgando un pequeño peso -como un botón o un anillo- de una cuerda, idealmente de no más que 30 centímetros de largo. Al tomar una punta de la cuerda con una mano y estirar el brazo hacia el frente, tratando de mantenerlo completamente quieto de manera que el peso cuelgue sin obstáculos, este empezará a girar, formando círculos.
La respuesta
Si quien lo está haciendo se hace una pregunta, cualquier pregunta, y decide que si el peso gira en un sentido de las manecillas del reloj significa "sí" y en el otro "no", a pesar de que se esfuerce por quedarse quieto, el peso empezará a girar para responder la pregunta.
¿Magia? Sólo la magia común cotidiana que es la conciencia. No se trata de una fuerza sobrenatural, sino de movimientos diminutos que la persona está haciendo sin darse cuenta.
La cuerda exagera esos movimientos, la inercia del peso permite que se conserven y se acumulen hasta que se expresan en un movimiento de oscilación periódica. Ese efecto es conocido como el Péndulo de Chevreul, en honor al científico francés del siglo XIX que lo investigó.
Desconfía de ti mismo
Lo que pasa con el Péndulo de Chevreul es que uno ve uno de los movimientos (el del peso) pero no "asume" el original que lo ocasiona, a pesar de que es uno mismo el que lo produce. Lo interesante es lo que este fenómeno dice de la mente. El hecho de que podemos hacer movimientos sin darnos cuenta de que los estamos haciendo, indica que no deberíamos confiar tanto en nuestro juicio respecto a los otros movimientos que asumimos como nuestros.
El psicólogo Daniel Wegner escribió sobre lo que eso significa para la naturaleza de nuestra mente en "La ilusión de la voluntad consciente", en el que argumenta que nuestra sensación normal de ser los dueños de una acción es una ilusión o -si se quiere- una construcción. "Los procesos mentales que controlan directamente nuestros movimientos no están conectados a los mismos procesos que deducen qué causó qué".
No se trata de una estructura mental de orden y control, como un ejército disciplinado en el que un general emite órdenes a las tropas, estas las obedecen y el general recibe un reporte que dice: "¡Misión cumplida! La mano derecha está en acción".
Su usted piensa "voy a mover mi mano" y su mano se mueve, probablemente sentirá automáticamente que ese movimiento fue uno que usted instigó. Pero ese principio tambalea cuando el pensamiento es distinto al efecto, como con el Péndulo de Chevreul. Si usted piensa "no estoy moviendo mi mano", será menos proclive a conectar cualquier movimiento que haga con efectos visuales grandes.
Eso quizás explica por qué los chicos gritan "¡yo no fui!" tras romper algo a la vista de todos, pensaron: "le voy a dar un empujoncito" y cuando el objeto se cae de la mesa y se rompe, sienten que no es algo que ellos hicieron.
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