¿Te bañas con agua caliente? Esto le estás haciendo a tu piel

El contacto constante con agua caliente puede alterar el equilibrio natural de la piel. El agua caliente puede eliminar los aceites naturales que la piel produce para protegerse.

Estos aceites, también conocidos como lipídicos, actúan como una barrera protectora contra la deshidratación y las agresiones externas. Cuando se pierden, la piel se vuelve más susceptible a la sequedad y a la irritación.

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Uno de los efectos más inmediatos de las duchas con agua caliente es la deshidratación. Al perderse los aceites naturales, la piel se seca, lo que puede llevar a una sensación de tensión y enrojecimiento. Con el tiempo, esto puede desencadenar problemas más serios como la dermatitis atópica o eczema.

Las personas con piel sensible o condiciones preexistentes como psoriasis o rosácea pueden ver un empeoramiento de los síntomas tras una ducha con agua caliente.

Si bien las duchas calientes no son completamente malas, la clave está en moderar su temperatura. Los dermatólogos recomiendan que el agua no esté demasiado caliente, y que la ducha dure menos tiempo para minimizar los efectos dañinos.

Después de la ducha, es esencial aplicar una crema hidratante o aceite corporal para restaurar la barrera lipídica y retener la humedad en la piel.

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El uso de productos suaves y sin fragancias también es importante para evitar más irritaciones. Los jabones agresivos pueden empeorar la sequedad, por lo que es importante elegir limpiadores que respeten el pH natural de la piel, así lo señala el sitio web de la Academia Americana de Dermatología (AAD).