Aunque es clave en tratamientos contra el cáncer, cirugías mayores y cuidados intensivos, el fentanilo puede ser letal si no se manipula correctamente, incluso en entornos hospitalarios.
- Ampollas de fentanilo utilizadas en entornos hospitalarios bajo estricta supervisión médica.( )
El fentanilo es uno de los analgésicos más potentes del mundo: entre 50 y 100 veces más fuerte que la morfina. Su uso en hospitales es fundamental para tratar dolores intensos, sobre todo en pacientes con cáncer o que atraviesan intervenciones quirúrgicas complejas.
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Sin embargo, este opioide sintético debe manejarse bajo estrictas normas de seguridad. En algunos laboratorios, errores en su procesamiento o almacenamiento han generado contaminaciones que ponen en riesgo la vida de los pacientes.
Ya se han registrado casos de lotes comprometidos, como ocurrió en Argentina, donde se identificó un incidente relacionado con fentanilo adulterado en un centro médico. Aunque fue contenido, este tipo de situaciones alertan sobre la vulnerabilidad del sistema si no se cumplen los protocolos con rigurosidad.
Por fuera del ámbito médico, el fentanilo también ha tomado notoriedad en los últimos años por su uso ilegal, especialmente en Estados Unidos, donde ha estado vinculado a una creciente ola de muertes por sobredosis. Esto ha llevado a las autoridades a redoblar esfuerzos para controlar su distribución y evitar su desvío al mercado negro.
El fentanilo es una herramienta clave en la medicina moderna, pero su potencia requiere un manejo extremadamente cuidadoso. Cualquier desviación en su control puede convertir un fármaco salvavidas en una amenaza silenciosa.
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