- Colombia: los huesos que cuentan los secretos de los muiscas
El cementerio muisca fue encontrado hace siete años durante obras de infraestructura.
Enfundado en un traje protector que apenas deja entrever los ojos, en un moderno laboratorio de la colombiana Universidad de Los Andes, Freddy Rodríguez se prepara para recolectar evidencia que lleva escondida más de 500 años.
"Es una comparación válida", acepta, entre risas, su colega Luz Adriana Pérez, con una bolsa de huesos humanos en la mano, cuando le comento que me parece estar asistiendo a una escena de CSI: la serie de televisión Crime Scene Investigation, en la que científicos forenses se dedican a resolver crímenes en varias ciudades estadounidenses.
"Hay mucho de genética forense asociado a esto, porque el objetivo es el mismo", reconoce Pérez, una genetista que está terminando su doctorado en esta universidad bogotana.
"Solo que no estamos trabajando el ADN que trabajan otros laboratorios, que es súper abundante. Este es un ADN que es muy escaso, que está muy dañado", destaca.
El cementerio muisca fue encontrado hace siete años cuando se estaban haciendo obras de infraestructura en Soacha, al suroeste de Bogotá.
Se trata, efectivamente, de material genético extraído de osamentas que ya estaban bajo tierra antes de que los españoles llegaran a tierras americanas, encontrados hace siete años en un viejo cementerio muisca ubicado en las afueras de Bogotá.
Pero gracias al trabajo de Pérez, Rodríguez y otros investigadores de la Universidad de Los Andes, esos viejos huesos están ayudando a comprender mucho mejor cómo estaba organizado, antes de la llegada de los conquistadores, el pueblo precolombino que le heredó al mundo la leyenda de El Dorado.
Lea también: Así vive el pueblo que le dejó al mundo El Dorado
Una nueva mirada
El principal descubrimiento, hasta la fecha, es que el estatus social en la sociedad muisca no parece haber estado tan ligado al linaje familiar como se pensaba.
Y es que según Carl Langebaek –el antropólogo que coordina la investigación– mucho de lo que se asumía sobre la organización social de los muiscas se basaba en meras inferencias, hechas a partir del estudio de restos de cerámica y de la fauna.
Estas inferencias, a su vez, estaban muy condicionadas por los relatos de los conquistadores llegados de España.
Según Langebaek, siempre se asumió que, después de las sociedades precolombinas mexicanas y peruanas, los muiscas eran la sociedad más compleja y jerarquizada de América Latina.
"Lo novedoso de este proyecto es que se sale de las crónicas españolas y se enfoca en el uso de variables puramente arqueológicas y bioantropológicas para inferir aspectos de su organización social", le dice Langebaek a BBC Mundo.
"Y los primeros resultados contradicen las crónicas, que asumían que el poder entre las élites muiscas era muy grande y se heredaba de generación en generación, lo que en cierta forma no era sino una proyección de la sociedad colonial (española)", destaca.
Equidad y meritocracia
Para llegar a esta conclusión un equipo interdisciplinario ha estado analizando los 743 entierros encontrados en Tibanica, una zona arqueológica del municipio de Soacha, al suroeste de Bogotá.
Mediante el análisis de isótopos se ha conseguido identificar la dieta de al menos 222 individuos.
La observación y el análisis radiológico de osamentas y dientes también ha permitido identificar diferentes patologías y enfermedades, y, hasta el momento, el trabajo del laboratorio de ADN antiguo ha permitido establecer los parentescos de 66 de los individuos exhumados.
Y cuando esa información se cruza entre sí, y con aquella obtenida gracias al estudio de los ajuares con los que los muiscas acostumbraban ser enterrados, se encuentran indicios de bastante equidad y cierta meritocracia.
Hasta el momento se han podido realizar exámenes genéticos completos a 66 de los 743 individuos encontrados en Tibanica.
La investigación estará plasmada en varias tesis de doctorado y maestría, así como varios artículos académicos publicados en revistas nacionales e internacionales.
"Hemos encontrado que en la sociedad muisca sí existían jerarquías, había individuos enterrados con ajuares muchos más ricos que los demás y, en algunos casos, los individuos enterrados con los ajuares más ricos spn al mismo tiempo los que tenían una dieta más completa", cuenta Langebaek.
"Pero patologías debido a problemas de nutrición parecen haber afectado a toda la población. Y los niveles de enfermedad, que son relativamente bajos para una sociedad preindustrial, no muestran diferenciaciones sociales muy evidentes", destaca.
Para Langebaek, sin embargo, el hallazgo más interesante es que la posesión de los ajuares más ricos y los mejores niveles de nutrición no parecen tener relación con el parentesco o linaje.
"Todo esto apunta a que el rango en la sociedad muisca tenía mucho de adquirido y menos de heredado de lo que se creía", dice el antropólogo, quien también se desempeña como vicerrector de asuntos académicos de Uniandes.
¿Herencia olvidada?
Por lo demás, la investigación está arrojando mucha más información sobre los muiscas, desde lo que comían –mucho maíz y papa– hasta de qué morían.
La ausencia de muertes violentas es otro de los hallazgos destacables.
"No hemos encontrado evidencias de muertes por violencia. Hay un par de casos probables, pero son muy pocas las evidencias de violencia en el grupo. No parece que fuera un aspecto muy característico de la sociedad indígena", cuenta Langebaek.
Mientras que Freddy Rodríguez destaca la gran diversidad genética de la comunidad estudiada.
"Inicialmente se esperaría que fuera una sociedad un poco más homogénea, o que no tuviera unos niveles de diversidad tan altos como los que estamos encontrando", le dice a BBC Mundo.
"Pero hemos detectado la presencia de los cuatro diferentes tipos de ADN mitocondrial que se tienen caracterizados para las poblaciones nativas americanas", agrega.
Eso significa que el retrato que poco a poco está surgiendo de los viejos huesos muiscas es el de una sociedad diversa, pacífica, relativamente igualitaria y meritocrática.
Lo que sugiere que la Colombia de hoy podría aprender mucho de sus antepasados.
Recomendadas